Diario de León
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León

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JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ

La composición que cierra el poemario de Marcos Díez (Santander, 1978) refiere que la maleza se apoderó del jardín familiar al descuidar el esmero con que lo dispusieron; pero existe otra armonía en el desorden, «una belleza sin nosotros», verso que da título al poemario. La vida, tal como la presenta el poeta, no tiene una sola cara, se conjugan armonía y desorden, sabiduría y desconocimiento… De ahí la extrañeza que el poeta siente (y sentimos con él) ante las cosas y la aseveración de que guardamos un fondo inaccesible para los demás, un enigma, el recóndito misterio de cada cual. Hay un tiempo en la existencia, sin embargo, que difiere del resto del vivir: la niñez, el tiempo sin tiempo de la infancia, cuando se ignora que se empieza ya a caminar hacia la muerte. Es curioso el contraste: ver que una vida reciente va abriéndose camino deja en el adulto «un rastro luminoso», pero lo que el niño ignora es que en su memoria se borrará todo ese momento, «ya nada será igual y, sin embargo, te olvidarás de todo», si bien «debes saber / que existe una memoria sin recuerdos»: «Allí, como un cimiento / más hondo que el cimiento, / guardarás tú este amor, / aunque no lo recuerdes». Es un poema hermoso, el más entrañable del poemario. Y aunque, como se ve, cunda cierto pesimismo existencial (siempre se está cayendo) y se viva escapando de la «herida primera» que es el mismo hecho de nacer, hay siempre un fulgor al fondo de la noche.

Son poemas breves los de Marcos Díez y el carácter a veces sentencioso se debe al hecho de que en varias composiciones la observación de algo exterior acaba siendo un referente vital. Un ejemplo: la hiedra «se apoya en lo que existe para poder crecer» y trepar por tapias y árboles hasta ocultarlos: «Se comporta mi mente / como una enredadera. / Siempre se apoya en algo / y lo oculta a la vez». Por otro lado, raro es el poeta que no construye su pequeña poética, y así lo hace Marcos Díez en «Poema»: misteriosa e inesperada es su llegada, «se acerca sigiloso, / oculto entre la niebla de lo que desconoces», y si su rescoldo no enciende la noche, «ofrece consuelo frente a la oscuridad»; no es mucho, si tenemos en cuenta que en otra pieza se afirma que «aquello que está vivo / se muere en el papel»; pero el poeta no dejará de cantar, sea lo que se pierde o lo que se espera, y si es al amor, para que no nos deje: siempre una luz, por tímida que sea, iluminado el camino.

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