Diario de León

La muerte aparente y el enterrador de Mozart

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León

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En la novela, su protagonista, el joven inspector Leopold, trata de abrirse paso con sus nuevos métodos de investigación que incluyen la recogida de huellas, las fotografías del lugar del crimen o las tomas de muestras de sangre... de las que sus compañeros más veteranos de la Policía se mofan sin saber que Leo está revolucionando la ciencia criminalística, sentando las bases de las técnicas más modernas. También hay una subtrama sobre el atroz enterramiento vivo de un olvidado hermanastro del gran compositor Johann Strauss, el del ‘Danubio azul’, cuyo ataúd aparece abierto y arañado por dentro. Esa angustiosa historia le da pie a Pötzsch para hablar de la llamada ‘muerte aparente’ y de cómo en el cementerio de Viena existía el ‘despertador de muertos’, un cable que unía el pie del cadáver con una campanita que sonaba ante el más leve movimiento. «Nunca ha sonado», dice el escritor, que recuerda que, ante la duda, no descarta dejar escrito en su testamento que le claven un estilete en el corazón. Hay otras alternativas que Pötzsch describe en su libro como la de aplicar un hierro incandescente en la planta de los pies, pero «¡mejor no lo probemos, jajajaja!», exclama.

En el libro juega un papel clave la figura del sepulturero Augustin Rothmayer, cuyo nombre es un homenaje, por un lado a Augustin, un famoso borracho que ‘resucitó’ de entre los muertos y que forma parte del cancionero popular austríaco, y al hombre que cavó la tumba de Wolfgang Amadeus Mozart, un enterrador de apellido Rothmayer.

A Augustin Rothmayer le gusta decir que los muertos tienen todo el tiempo del mundo, aunque Pötzsch prefiere disfrutar de todo ese tiempo en vida. «Suena triste, pero todos tenemos que morir. Así que yo, hasta entonces, fiesta, sexo, beber, comer y pasarlo bien», resume.

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