Diario de León

«La ficción puede decir verdad aunque no sea real»

l María Domínguez acaba de publicar ‘El polvo de las urnas’, ganador del premio Villa de Peligros

La escritora andaluza María Domínguez del Castillo

La escritora andaluza María Domínguez del Castillo

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salvador león

La ficción puede decir verdad aunque no sea real», aclara tras reconocer que esta obsesión la ha acompañado a lo largo de una aún breve carrera en la que no ha seguido «ninguna idea establecida o estable sobre la escritura», y en la que ha dado lugar a dos obras de narrativa (a la que se sumará otra en realización) y cuatro poemarios.

De entre todos ellos, su penúltimo libro, El polvo de las urnas (ganador de la XXXV edición del Certamen Andaluz de Poesía Villa de Peligros 2020), es el que más tensa el arco en torno a la autoficción reflejada en el vacío del lenguaje: «Es de los más explícitamente personales y al mismo tiempo de los mas explícitamente ficcionales», declara la autora. «Se bordea lo que se quiere decir con el lenguaje. Es una especie de paseo en torno al hueco», explica. «Asociándolo a la idea de la muerte, a la no importancia del yo en la vida y al vacío, la ficción del lenguaje trata siempre con ese no decir nada, y ese no decir nada me atrae porque, aunque es a lo que yo tendería porque nada importa y todo es absurdo, hay una fuerza mayor que me obliga a decir», añade.

En este poemario, Domínguez explora la idea de la identidad a través del yo poético, que hipotetiza la supuesta muerte de la familia para proseguir preguntándose por la propia muerte e ironizar con el arte como sentido último de la vida en piezas como una oda a la impresora y otra a los tapones de oídos que «se ríen de sí mismas». Su última obra publicada, sin embargo, se acerca al mismo vacío a través de Dios y la ausencia de este. Así, en Las voces de Jano (XVII Premio Nacional de Poesía Joven Félix Grande, 2021) incide en la temática religiosa mediante el uso de imágenes tradicionales. «El Antiguo Testamento en particular me maravilla y siempre he jugado de manera intertextual con esas imágenes», explica. «Para mí no es una angustia por el hecho de que no exista un dios, en el supuesto de que no seas creyente, sino es al final el modo en el que el yo se tiene que enfrentar a sí mismo, a convivir consigo mismo siempre, con la soledad de algún modo», indica. Ese curioso acercamiento formal a la escritura sería el que la haría ser becada por la Fundación Antonio Gala para iniciar el proyecto que, a jornada completa, la ocupó el curso pasado: una novela aún inédita en la que se propone cuestionar los límites entre géneros literarios y poner en su centro al lenguaje mismo, el amor, el dolor y la espera. «La llamo novela solo porque hay que clasificarla dentro de los parámetros literarios y no hubiera podido escribirla tal y como ha sido escrita en estas condiciones», afirma para adelantar que, aunque el periodo de la beca ha terminado, ha trabajado en este proyecto durante todo el verano «para dejar el manuscrito en una fase lo más definitiva posible».

La estética que ya le valió las alabanzas en su primer relato, En cambio el silencio (ganador del V Certamen Literario Biblioteca Universidad de Granada), toma como referencia la narrativa «muy juguetona» de Julio Cortázar o las «leyes internas independientes» de Virginia Woolf en Las olas, que define como «un poema dramatizado, de un lenguaje tremendamente lírico» que «funde los tres géneros».

Más adelante, a estas influencias se unirían la irreverencia de Clarice Lispector, Anne Carson, Marguerite Duras o Vila-Matas, aunque cuando se trata de sus contemporáneos la autora destaca a Aitana Monzón, en cuyo libro «La civilización no era esto» descubrió «un juego con la tradición literaria muy inteligente y la presencia de la intertextualidad inteligente y no imitadora» a la manera de T.S. Eliot.

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