Diario de León
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León

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alfonso garcía

La tradición navideña, que bien podría ser considerada literariamente como un verdadero género, tiene una notable y rica presencia entre nosotros, registrada incluso en no pocas publicaciones. En el caso que nos ocupa, Pablo Andrés Escapa ha ido escribiendo, durante más de dos décadas, un cuento de Navidad destinado a sus amigos. Este ejercicio se ha sedimentado y nos llega a los lectores a través de diez relatos navideños en un libro delicioso. «En mi caso —ha comentado en algún momento—, la tradición narrativa navideña ha sido familiar y oral antes que literaria». Lacianiego de nacimiento, nada de extraño tiene que afirme que «nuestro entorno real era un espacio mágico donde el prodigio podía producirse con naturalidad». De ahí esa capacidad de acercarnos el imaginario colectivo que tiende a lo maravilloso y fascinarnos mediante una fábula. En estas páginas en que «cabe el misterio del mundo con todas sus alegrías y congojas», este lector pudo contemplar cómo «un pájaro nevado o un ángel voló sobre mí», escuchar «el idioma secreto de los ángeles», volver a «la infancia herida en sus certezas», encontrarse con «soñadores de lo perdido» o, como el autor, bucear en la «memoria de una Nochebuena real que hoy, muchos años después, ha vuelto a visitarme», quizá comprobar «las falsas trazas del rey» o ver florecer «una lumbre suspendida de lo alto que inquieta los corazones»… En definitiva, un regreso a la infancia, el viaje «de la inocencia dormida».

Si en la lectura de estos relatos asistimos a la permanente presencia de lo maravilloso, debemos añadir la fascinación del lenguaje, siempre muy cuidado y personal, lleno de riqueza y originalidad. Una deliciosa manera de contar. Añado la pulcritud y la belleza de la edición, impecable, con finísimas y sugerentes ilustraciones, cuatro de las cuales acompañan a otras tantas tarjetas de felicitación que recibimos con el libro. La lectura de estas herencias puede prolongarse durante todo el año. Siempre es bueno el goce literario.

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