Diario de León
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León

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josé enrique martínez

Pablo Quintela nació en León en 1993 y reside actualmente en Granada. La pluma en el aire fue el título de su primer poemario, de palabra reposada, reflexiva y templada, como escribí en su día, calificativos que se adensan en su nuevo libro, Rumor del agua, un título cuyas palabras, sumadas a otras que van salpicando los poemas, como «reflejos», por ejemplo, parecen aludir a una superficie de apariencias bajo la que anidaría la verdad: «Vemos el reflejo, la impresión de la / forma y creemos en la esencia»; «No vemos más realidad que reflejos en el agua»; «Solo hay levedad / que esconde lo profundo»; lo profundo no es otra cosa, creo, que el hilo fugaz del tiempo, el agua que pasa.

La labor del poeta es traspasar el reflejo, llegar a la raíz: «Quiero saber qué se esconde detrás del verso / debajo de la sombra callada». En cualquier caso, la lectura nos aloja en una voz meditada que tiende a la brevedad, a la expresión finamente ajustada al sentir poético. Permanece, tras la lectura, el aroma de la palabra leve, transparente y, como dicen algunos poemas, desnuda; tenue como como el «leve ruido de las aguas», como la luz variable, como los «reflejos en el agua», como la «silueta de una sombra», como la propia poesía, entendida como «palabra que se escribe / mientras se escapa», como se escapa el agua y su rumor, como se fue la infancia, como se desliza el tiempo entre los dedos. Uno de los poemas nos dice que la poesía nace a la vez que desaparece, como desaparecen los reflejos en el agua. La poesía, al igual que el amor, brota «entre líquidas ensoñaciones / que contemplamos / cuando empiezan a perderse»; y añade que «como ondas del estanque / lo bello se desvanece»; la palabra, a la que nos agarramos como fijación del recuerdo, del instante temporal, no deja de ser otra de esas ondas, porque no podrá recuperarse lo perdido; la palabra es, de este modo, «testimonio ficticio / de lo que un día fue», al igual que lo recuerdos, «reflejos construidos / de lo que un día pudimos ser»; «eternidad en fuga» es la poesía en otra composición; eternidad es palabra que reaparece para aludir a la niñez («una eternidad que se ha extinguido»).

Al fin, el tiempo, la fugacidad, lo mudable resulta el asunto de la poesía de Quintela, una poesía que, nos hable del tiempo o del amor, recurre a elementos naturales como el viento, al luz, la sombra o la bruma para la construcción de símiles e imágenes, siendo el agua y su rumor la referencia esencial.

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