Casa Vicente Aguado

A finales de 1935, en diciembre, Isidoro Sainz Ezquerra firmó esta Casa para Vicente Aguado Marcos en dos solares de su propiedad del entonces llamado Prado del Calvario, actual calle Bernardo del Carpio. Proyectó el edificio con estructura de muros de carga en cuatro crujías paralelas a la calle, y un semisótano para carboneras que en obra completó con usos residenciales. En la planta baja 2 viviendas y un ajustado portal con su escalera para subir a otras 4 en dos niveles a los que también, en el trascurso de las obras, añadió un ático bajo cubierta con 2 viviendas más. Distribuyó los pisos de manera convencional por un quebrado pasillo, dos estancias a la calle, cocina y baño al patio de luces y otros cuartos en alcoba con la tradicional galería-comedor hacia el patio de manzana. Dispuso una fachada simétrica con sutil ordenación tripartita. Mínimo zócalo, hoy chapado de piedra bajo los huecos del semisótano. Estrechísima, pero bella puerta en el eje, bajo su habitual lienzo vertical opaco donde alternó paños de ladrillo con otros revocados y placas resaltadas. A ambos lados, columnas de ventanas verticales con carpintería de madera, persianas enrollables y geométricas barandillas metálicas entre machones del mismo ladrillo recocido en tono oscuro aparejado a tizón, ¡muy leonés!, conviviendo con franjas horizontales también estucadas, sobre las cuales, finísimas líneas del mismo ladrillo dibujan forjados, antepechos y claves con innegable sentido decorativo y gran plasticidad. Y como coronación un ático de ventanucos abuzonados sobre repisas protegidos por la sobria cornisa escalonada que remata la composición… A mitad de los años 30, en aquel León republicano alejado de los ambientes cosmopolitas, y quizás para huir de ese «marcado tono provinciano», Sainz Ezquerra, a su manera, adoptaba un refinado repertorio formal, ciertamente decorativo y de carácter superficial, un «Estilo», que había de simbolizar la mentalidad de aquellos tiempos contradictorios… pero deslumbrantes en el recuerdo. Un primoroso Art-Déco, hoy menospreciado… y maltratado por esos odiosos cables!