Diario de León

Campeona de baloncesto y de vida independiente

- Yolanda Ramos Manso, 46 años, es una campeona del baloncesto adaptado y también de la vida independiente. Trabaja en un enclave laboral haciendo bisagras, hace deporte, tiene un don para las manualidades y mantiene una relación de pareja estable con un hombre. 

Yolanda Ramos Manso. FERNANDO OTERO

Yolanda Ramos Manso. FERNANDO OTERO

León

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Yolanda Ramos Manso nació en La Virgen del Camino, en una familia y numerosa de nueve hermanos y hermanas. Fue escolarizada en centros de educación especial e internados para personas con discapacidad intelectual. De jovencita entró en los talleres ocupacionales de Asprona en Quintana Raneros. No lo sabía. Pero fue el comienzo de una nueva vida, cuyo hito señala en 2002, hace 21 años, cuando «me aseguraron». Desde entonces no ha dejado de trabajar y lo hace tan bien que «no me quieren soltar». 

Yolanda monta bisagras en una cadena de montaje de piezas metálicas en el enclave laboral del centro especial de empleo de Asprona en una empresa ubicada en Onzonilla. En pandemia, cuando paró temporalmente la producción, pasó a la lavandería de Asprona. Le gustó tanto que sueña con volver.

El deporte ocupa una parte importante en su vida. Es parte del equipo de campeonas de baloncesto adaptado de Asprona, que le ha proporcionado una de las experiencias «más emocionantes» de su vida. Con el equipo de baloncesto adaptado de Castilla y León viajó a Shanghái para participar en los Special Olimpics de 2007. Volvieron con una medalla de bronce, mucho antes de que se estrenara la película Campeones que tanto ha visibilizado este deporte en personas con discapacidad intelectual.

«Nunca he vivido pensando que tenía una discapacidad intelectual, pero a veces la gente me mira mal y eso me duele»

Yolanda Ramos Manso es una crack de la cancha, aunque el equipo quedó tocado con la crisis del covid y ahora tienen que jugar al 3 por 3, una modalidad que implica más roles y más dificultad. «Hacemos de todo. Me gustaría que estuviera todo el campo lleno, pero es muy difícil», comenta.

Sigue entrenando todos los viernes en el pabellón de la Facultad de Ciencias de la Actividad y el Deporte de la ULE. La alegría de reencontrarse con la gente y relacionarnos con todos los equipos es un acicate para esta campeona de la vida. «No lo quiero dejar por nada del mundo», subraya.

Yolanda vivió primero con su madre, luego con su hermana y su sobrina. La familia le animó a vivir de forma independiente y no se arrepiente. «Mi mayor logro es tener mi propia casa (acabo de comprar un piso con la ayuda de mis hermanas) y estar viviendo sola y compartiendo con mi novio, Sergio, cuando viene los fines de semana», relata.

Son cada vez más las personas con discapacidad intelectual que tienen una vida independiente. El movimiento Plena Inclusión promueve la autonomía de las personas, pero a veces a las familias les es difícil que sus hijos e hijas den ese paso. No ha sido el caso de Yolanda, que tiene en sus hermanas un apoyo permanente para vivir su vida.

Yolanda cocina, hace la compra los sábados, limpia y, cuando le apetece, se tumba en el sofá a descansar sin dar explicaciones a nadie. Con Asprona va a actividades de ocio los fines de semana, pero visitar a sus hermanas o su sobrina es una de las cosas que más le gusta. En verano, siempre pasa una semana en Coladilla, donde ayuda a su hermana Alicia a poner etiquetas en los yogures. Hace llaveros con el nombre del pueblo y primorosas manualidades y no se pierde una fiesta de Nochevieja con Sergio y Ramón.  «Nunca he vivido pensando que tenía una discapacidad, pero veces se calla y no dice que trabaja en Asprona porque «hay gente que te mira mal y eso me duele y me echo a llorar». Y es que hay gente que aún tiene mucho que aprender para romper las barreras a la inclusión real.

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