Diario de León

Vestidas contra las violencias machistas

La leonesa Esther Calzado presenta este sábado en el Auditorio de León el desfile por la eliminación de la violencia machista Eje de Abscisas. Un total de 68 vestidos y 76 modelos visibilizan las múltiples formas de maltrato del machismo pero con un destello de esperanza en cada una de las creaciones.

León

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Lo que empezó hace veinticinco años, «cuando mi visión del feminismo era muy naíf», cuaja este sábado en un desfile de rompe y rasga que pone el dedo en la llaga de las violencias machistas y abre un foco de esperanza con Eje de Abscisas.

Las coordenadas cartesianas X Y, las dos letras que son el símbolo de los cromosomas femenino y masculino, forman el eje de la sororidad, porque «ante la violencia y la desigualdad, juntas, podemos», sostiene Esther Calzado. Es su proyecto vital y sigue en construcción.

Es una propuesta totalmente up-cycling —se sirve de materiales reciclados y reutilizados— y una acción colectiva para ‘reciclar’ a las mentes y a esa parte de la sociedad que aún compra el discurso machista como neutro. La diseñadora leonesa recuerda que, en 1998, Siro López le propuso participar con sus diseños de moda en el proyecto Mujer, arte y compromiso . De aquel envite salieron 25 vestidos que, veinte años después, crecieron en número y en reflexión en la colección ‘Visible lo Invisible ‘que presentó en el Auditorio con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia hacia la Mujer.

Una década después el proyecto se ha ensanchado. De la denuncia de la mujer objeto o de la doble jornada ‘laboral’ de las mujeres pasó a otro plano. «Cuando retomo el proyecto en 2012 ya soy madre y me planteo la parte de la educación sentimental. Me doy cuenta de que hay muchas cosas que no nos han enseñado implícitamente, como la obligación de complacer a tu pareja, descubro el curriculum oculto y no quiero que mis hijas ‘no se eduquen’», como le pasó a ella y a tantas mujeres de su generación y de otras anteriores.

En ‘Visible lo Invisible’ cosió con las puntadas de la violencia psicológica y el acoso mora,l tan devastadores como la violencia física, aunque sean invisibles. Una mujer envuelta en un vestido sirena de papel de celofán rojo, un material muy frágil que se puede romper en la pasarela, simboliza esa violencia psicológica.

Desde los estereotipos y los condicionamientos culturales, Esther Calzado ha diseñado un repertorio de vestidos que nombran opresiones normalizadas, como la Mujer Bandera o la Mujer Danone (que pocas chicas jóvenes sabrán que su significado es el mandato patriarcal de un cuerpo esculpido como un anuncio de la tele). ‘Detrás de las cortinas’ están las mujeres encerradas por sus parejas, con un visillo que les cubre la cara como un burka invisible en la sociedad de la libertad. Una lámpara de pie es el trasunto de la mujer que quieren florero mientras que una falda de cintos que lleva una bailarina muestra los efectos de la violencia física cuando se mueve. «La violencia física siempre empieza con pequeños golpes y puede acabar en la muerte», apunta.

Cuando estrenó este vestido acababa de abrirse el 016, una línea de esperanza contra la violencia como la que palpita en cada uno de los vestidos que presenta la Esther Calzado de 2023 en Eje de Abscisas. Ya no será el vestido de novia, hecho con platos y vasos de plástico, el que cierre el desfile, aunque mantiene vivo su mensaje meridiano: «Compañeras que no siervas» para advertir que en muchos casos el matrimonio o la vida en pareja aumenta la calidad de vida del hombre en la misma proporción que merma la de las mujeres.

Siempre cerca de las preocupaciones y problemas, de las inquietudes y peligros que acechan a la gente joven, presenta con Tapones el control como un arma que muchos chicos están utilizando para someter a las chicas en las relaciones de pareja. Clara, su hija menor, desfilará con este traje colorido confeccionado con tapones de plástico. Esther Clazado no anda con rodeos: «En los ocho años de Gobierno del PP con la supresión de la Educación para la Ciudadanía en la escuela, la igualdad ha quedado al albur de que hubiera alguna profesora comprometida en las aulas», lamenta. Generaciones que no han oído hablar del mito del amor romántico, ‘mal educadas’ por películas o canciones y que pueden acabar con chicas de 16 años a las que sus novios les dicen cómo tienen que vestir.

La responsabilidad afectiva, socavada por redes sociales y relaciones instrumentales, es otro tema que toca en el modelo Ghosting, hecho con bolsas de basura y de plástico de usar y tirar para denunciar conductas aceptadas ahora como «que te dejen por Whatsapp». «Las mujeres sufrimos más que los hombres el aceptar que las relaciones sean así», añade.

‘No, no, no quiero’, confeccionado con bragas usadas, es su grito contra los matrimonios infantiles, para ese tipo de «violencia consentida» en determinadas sociedades. La violencia institucional y social, la más invisible, también se pelea en Eje de Abscisas, aunque ha sido un parto difícil. «Me ha llevado diez años pensar un vestido que simbolice la violencia obstétrica». Y ha salido un vestido imperio de noche con una vagina gigante hecha con una sábana vieja rasgada. Un vestido que empieza siendo una bata llena de ojos, todos los que miran a las mujeres en los paritorios sin preguntar. Su experiencia personal y la de un grupo de mujeres que colaboró con ella a través del Whatsapp forman la trama invisible de este vestido cuyos pechos serpentinas de confeti dicen que de fiesta hay poco y de soledad psicológica puede haber mucho, ante la fragilidad de la vida y desprovistas de los «opiáceos naturales» de las hormonas del embarazo.

La violencia médica por la falta de perspectiva de género en diagnósticos y tratamientos, la mujer sacerdote para las que aspiran a la igualdad dentro de las religiones, el suicidio, hecho con un jersey viejo de sus hermanos y una pared rota encima... y haciendo visible el nuevo teléfono 024... Los delitos de odio y la intolerancia a la diversidad y los cuentos chinos transformados en una historia alternativa que contará Claudia, su hija mayor mientras Maqueda desfila con el vestido.

Esther Calzado hace de su propuesta en construcción un canto de sororidad —«algunas mujeres empezaron a pensar en la igualdad en este desfile»— y, como sabe que «el pensamiento colectivo se mueve por la acción», no ha parado de crear a favor de la igualdad y en contra de la violencia en estos 25 años. Nunca ha abandonado su vocación como diseñadora aunque se gana la vida como especialista en tiempo libre y trabajo comunitario en el Ayuntamiento de León. Eje de Abscisas se cierra con el vestido ‘Si no pintas nada, sal volando’, una invitación a salir de la más mínima manifestación de violencia a la vez que un homenaje a su madre. Los pinceles de su cabage y un plástico de pintor dan alas.

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