Edificio Gran Vía, 30

A lfonso de la Lastra Villa, arquitecto santanderino nacido en 1909, titulado en Barcelona y excelente dibujante, publicó numerosos trabajos sobre la arquitectura popular y el patrimonio etnográfico cántabro. En febrero de 1950, proyectó este edificio para Florentino Rodríguez Balbuena en un solar achaflanado de la entonces Avda. de José Antonio (hoy Gran Vía de San Marcos) c/v a Lucas de Tuy, cuyas obras ejecutó con Avelino García Láiz como aparejador. Tras modificar el proyecto, levantó el inmueble con estructura de hormigón. Un sótano parcial para carboneras y sobre las mismas la vivienda del portero. La planta baja para locales de gran altura con sus entreplantas y el portal en el eje del chaflán con su escalera y ascensor para subir a un primer nivel de oficinas y a cinco plantas a fachada y un ático parcialmente retranqueado con 24 viviendas —4 por planta—, más un sobreático en torre para otra vivienda mínima. Distribuyó los pisos por largos pasillos alrededor de dos patios interiores entre la calle y otro posterior. Dispuso los alzados revocados con pequeños entrepaños de ladrillo rojo arriba, simétricos y tripartitos. Basamento de dos plantas. En la baja los huecos de los locales separados por machones almohadillados escoltando una escueta portada; y en la primera, ventanas adinteladas alternando con otras arqueadas. El cuerpo noble con tres volúmenes en voladizo rematados por balconadas. El tercer orden a modo de friso con huecos enmarcados bajo destacada cornisa y las balaustradas de los áticos que llevan a fachada otros bloques cerrados flanqueando el esbelto torreón que corona el edificio para acentuar la verticalidad del chaflán. Todo con el típico repertorio formal clasicista: Vanos verticales recercados, aislados o en hilera, guardapolvos y frontones rotos, óculos ciegos, pretiles metálicos aspados sobre repisas y balaustres de obra entre pedestales con jarrones y pirámides en lo más alto... Tal vez demasiado de todo…Un sobrecargado e imponente ejercicio academicista, de innegable carácter superficial, pero monumental conforme al Espíritu de la Época y fiel testimonio de las consignas estéticas dictadas por el Régimen.