Diario de León

Nuevos pobladores

El emigrante leonés que planta en el Órbigo tres nuevas familias

Un viaje de ida y vuelta desde Cataluña a León. Ovidio Álvarez Cantón emigró desde Quintanilla del Valle a Cataluña hace casi medio siglo. Ha vuelto al pueblo con su esposa catalana, seguidos por su hija Sonia y su hijo Andrés y las respectivas familias a Palazuelo de Órbigo y Antoñán del Valle.

De izquierda a derecha: Isela, Toni, Leo, Andrés, Susana, Ovidio, Sonia y Nerea. FERNANDO OTERO

León

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Si por cada emigrante que salió de León en los años 70 volvieran ocho personas, la provincia acabaría con sus problemas de despoblación y, en lugar de las tristes cifras de la pérdida de habitantes sin freno —1.388 menos en 2023— tendría hasta un problema de superpoblación. No son pocas las personas que salieron de la tierrina y han vuelto al pueblo tras jubilarse.

Pero que con ellas lleguen sus hijos, hijas y nietos y nietas ya no es tan común. Ha pasado en el Órbigo, donde tres familias, ocho personas, procedentes de Cataluña, se han instalado en el triángulo de Antoñán del Valle, Palazuelo de Órbigo y Quintanilla del Valle.

Se alinearon los astros, el malestar en Cataluña y la voluntad de una familia de permanecer unida. La emigración de los años 60 y 70 en León fue una tromba que se llevó a miles de leoneses y leonesas a las provincias industriosas y las grandes ciudades. De Antoñán del Valle salió en 1976, «con cuatro pesetas en el bolsillo», Ovidio Álvarez Cantón.

No era la primera vez que emigraba. Poco paró en el pueblo natal aquel joven que había salido de niño para cuidar vacas en Vegacervera, que luego estudió una maestría industrial en Zamora, hizo una promoción acelerada en Galicia y acabó en una factoría en Llodio (Álava) antes de hacer de la mili.

Tras licenciarse, Ovidio volvió al pueblo, sacó el carné de conducir y puso pies en Polvorosa. Cataluña era una promesa de empleo y progreso. El joven encontró trabajo en un bar, luego puso negocio propio —un ‘frankfurt’— y finalmente se colocó en la industria textil en Badalona. Hasta que cerró la fábrica a las puertas de su jubilación.

Nuevos vecinos

Las situaciones familiares y el malestar por el clima político en Cataluña aceleraron la decisión

La vida de Ovidio se unió a Cataluña no sólo por el trabajo. En Barcelona conoció a la que se convertiría en su esposa, Leo Aixa Rodríguez, mezcla de catalana y andaluza. Y allí nacieron, crecieron, se formaron y se emparejaron sus dos ‘pequeños’, Sonia y Andrés.

A pesar de haber vivido tan poco en su pueblo, Ovidio siempre estuvo anclado emocionalmente y en las tres semanas de vacaciones de agosto a Quintanilla del Valle. Y la familia se fue haciendo a aquel ambiente rural.

«Leo venía al pueblo desde San Juan hasta agosto. Tuve suerte. Porque muchos de los que conocía decían que cuando volvían a su tierra a los tres días querían regresar» a Cataluña. «Hicimos una casina en Quinanilla y ahí estamos», comenta el hombre.

Se mudaron el año pasado definitivamente y hubieran venido antes de no ser porque «estaban allí nuestra hija y nuestro hija», comenta Leo. «Pasábamos bastantes meses en el pueblo». La pandemia y las circunstancias familiares, como el nacimiento de las dos nietas, favorecieron la vuelta definitiva; no de una, sino de tres familias.

Nuevos empleos

Toni trabaja en Villadangos, Sonia en ayuda a domicilio; Andrés se recicla y Susana teletrabaja

Para Sonia, la hija mayor el pueblo y la comarca del Órbigo forman parte de sus mejores recuerdos de infancia. «Nos lo pasábamos pipa; salíamos por la mañana, entrábamos a comer; salíamos y volvíamos a salir hasta la merienda y luego otra vez a la calle», recuerda.

«No corríamos ningún peligro, nos conocía todo el mundo y estábamos vigilados sin ser vigilados», añade. Cuando llegó la edad de la bicicleta fue como tener un tesoro, «la libertad total». «Ahora voy en coche a los sitios que iba en bicicleta y no me lo creo», subraya Sonia. Su hermano Andrés señala que con la bicicleta «nos movíamos entre Antoñán, Benavides y Quintanilla del Valle porque íbamos a jugar al fútbol y por las fiestas».

Ambos han formado sus respectivas familias en Cataluña. Sonia Álvarez Aixa con Antonio Miranda Moya, catalán descendiente de andaluces, y Andrés Álvarez Aixa con Susana Sequeiros García, catalana de ascendencia paterna gallega. Las tres familias se han instalado en el triángulo de Palazuelo de Órbigo, Antoñán del Valle y Quintanilla del Valle.

En Palazuelo encontraron casa Sonia y Toni con una huerta que hace las delicias de sus niñas Leire e Isela, y una vista privilegiada a la amplia plaza donde se conserva la espadaña de la desaparecida iglesia. En Antoñán del Valle se han instalado Andrés y Susana. Y en Quintanilla del Valle, los abuelos.

Tres familias que son una plegaron sus vidas en Cataluña para volver a León. Después de nueve años veraneando en el Órbigo como pareja Toni y Sonia ya tenían en la cabeza comprar una casa para la jubilación. La pandemia y la situación de Cataluña, con el independentismo como ruido molesto de fondo, maduraron la decisión y la situación laboral de Toni la aceleró. «El trabajo me falló porque cerraba el bar donde estaba y fui al paro», explica. Además, después de 26 años en la hostelería, tenía ganas de tranquilidad y hasta de un pueblo sin bar. A la semana de llegar a Palazuelo de Órbigo, en junio pasado, ya tenía trabajo en el polígono de Villadangos. «Me salió mejor que pensado. Si te pones a soñar por la noche, no te lo imaginas». comenta.

Las cortas edades de Isela y Nerea, de tres y cinco años, animaron al cambio. Querían verlas crecer en otro ambiente. La mayor va a la escuela a Benavides de Órbigo que, aunque «ya no es lo que era», como dice Ovidio, tiene un colegio que solo el aula de segundo de infantil, la de Nerea, cuenta 17 niños y niñas. La pequeña va a la guardería. Sonia encontró trabajo en la ayuda a domicilio a través del Ceas.

Andrés y Susana también decidieron irse «por las mismas razones». Primero miraron en Valencia y Pamplona, pero los precios de las viviendas eran muy similares a Cataluña y optaron por explorar en León. «¿Por qué no vamos al pueblo?», se plantearon.

Ambos se dedican a la informática, habían teletrabajado durante la pandemia y, en el caso de Susana, aún mantenía dos días de teletrabajo. Propuso teletrabajar desde otra comunidad autónoma y le dieron el visto bueno. No tuvo la misma suerte Andrés que, al final, quedó en el paro. Ahora se recicla en un curso en Astorga.

Susana vio por internet una casa en Antoñán del Valle y su suegro se ocupó de gestionar la compra que, al final, resultó ser de un amigo. «Estamos con obras, pero estoy encantada. Tranquila y con la oportunidad teletrabajando», asegura la joven, que toda la vida había soñado con tener una casa en el campo. «Ahora tengo un palacio, con pozo y agua», cosa no poco valiosa en estos tiempos de escasez del líquido elemento en Cataluña.

Leo, la esposa de Ovidio, también ha encontrado su sitio en el pueblo y ha hecho sitio para los animalitos, que son su pasión. Gatos, perros, gallinas, gallos y hasta un gavilán comparten la casina con el matrimonio de jubilados. «Estoy encantada porque además tengo a los hijos cerca. Es una suerte», afirma la mujer al despedirse.

Como dice Ovidio, aún no les ha dado tiempo más que a colocar los vasos, pero están felices. «Allí trabajas ocho horas y en verdad son diez con el desplazamiento», dice Toni, que ya conoce los sitios más emblemáticos de la provincia como Valporquero o El Bierzo de sus vacaciones y se confiesa enamorado de la naturaleza y los animales.

Sin las temidas caravanas, disfrutando de los cuidados parques y bien surtidos de servicios, el emigrante retornado solo encuentra una pega. Las listas de espera en Sanidad y lo que hay que pelear por una prueba médica. «Te desaniman diciendo que hay que esperar mucho. Son un poco autoritarios».

El Centro de Desarrollo Rural El Villar se ha ofrecido a acompañar en este viaje de vuelta a los nuevos pobladores de la comarca través de los recursos que gestiona en la comarca, entre los que se encuentra el programa ‘Volver al pueblo’ que pone en contacto a personas de León que quieren ofrecen en alquiler o venta viviendas o negocios y también empleo.

Las tres nuevas familas que han llegado al Órbigo desde Barcelona con sus ocho miembros, delante del campanario de Palazuelo.

La familia extensa de Ovidio Álvarez Cantón se ha instalado en el Órbigo desde Barcelona.Fernando Otero Perandones

La familia al completo en el patio de la casa de Palazuelo de Órbigo.

El patio es una de las cosas que má F. Otero Perandones.Fernando Otero Perandones

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