Diario de León

CIENCIA Y HUMANIDADES DE LA MANO

Silvia Nicolás, la leonesa que estudia a los animales en sumerio

Doctora en Veterinaria, académica y funcionaria de la Junta fue galardonada con el premio Rudolf Bigalke 2024 de la Asociación Surafricana de Historia de la Veterinaria

Silvia Nicolás Alonso, premiada por su labor en la historia de la veterinaria. ángelopez

León

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¿Qué importancia tiene saber que la oveja procede de un animal salvaje llamado muflón asiático. que la cabra es la descendiente del aegagrus o el cerdo del jabalí? Para la veterinaria leonesa Silvia Nicolás Alonso investigar sobre los animales en la antigüedad o cómo fueron domesticados es más que una cuestión histórica. «La separación entre humanidades y ciencia es artificial».

Esta doctora en Veterinaria y miembro de número de la Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y León fue galardonada por la Ascociación Sudafricana de Historia de la Veterinaria con el premio Rudolph Bigalke 2024 por sus investigaciones con documentación antigua, en concreto, con los fondos del Instituto Bíblico Oriental (IBO) que tiene su sede en Cistierna.

«Estoy agradecida y el premio le pertenece tanto al Instituto Bíblico Oriental como a mí», señala.

Curtida en el trabajo de campo como veterinaria oficial de la Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León en las unidades veterinarias de Carrión de los Condes, donde tiene su plaza, Astorga y Riello desde 2012, Silvia Nicolás, que también es profesora asociada de Sanidad Animal en la ULE, ha recuperado el interés por la investigación gracias a la oportunidad de poder sumergirse en los fondos de este centro único que guarda documentos de hace más de 5.000 años.

Desde hace diez años colabora con este centro tras conocer a Jesús García Recio, su fundador, de la mano del profesor José Manuel Martínez Rodríguez. Recibe clases de sumerio, acadio y egipcio geroglífico y su interés investigador se centra en los animales en la antigüedad en temas como medicina de la veterinaria, aspectos zoológicos y zootécnicos, sistematización o significado religioso.

Estos intereses le han llevado también a cursar el máster en Bioética y Formación por la Universidad de Ávila y ha realizado cursos de especialización en Historia del Oriente Bíblico y Zooarqueología.

Los agriotipos de los animales salvajes de los que proceden los animales domésticos «nos quedan lejanos por cronología y cultura». Sin embargo, a través de una metodología transversal y un diálogo con profesionales que a priori no tienen vinculación con las ciencias veterinarias «se enriquecen mucho las investigaciones», precisa.

Con estas mimbres y el arsenal documental del IBO, Silvia Nicolás está más cerca de poder «pintar» el paisaje de una época tan antigua en la que la diversidad era muy superior a la actual y avestruces, leones y elefantes eran animales comunes.

Este legado que llegó de un filántropo holandés a manos del sacerdote leonés ha tenido difícil acomodo en León. Tras pasar varios años en los sótanos de un edificio universitario de León, vivió años de esplendor en San Isidoro hasta que, a la muerte de David Álvarez, su mecenas en León, quedó a su suerte. Cistierna y La Ercina se convirtieron desde entonces en las sedes de sus fondos.

Tesores del Creciente fértil, donde, en lo que toca a la veterinaria, se localizan los primeros focos de domesticación de animales. «Desde ahí se irradió esa forma de relación con los animales hacia Europa», precisa.

Las cabras, las ovejas y las vacas, aparte del perro, figuran entre las primeras especies domesticadas y de ahí también que «la primera industria de lana de oveja» se date en época sumeria en las tierras de Mesopotamia (actualmente Iran, Irak).

«Quien desee profundizar en historia antigua desde cualquier ámbito tiene un arsenal en Cistierna, en el Instituto Bíblico Oriental»

La importancia de los documentos del IBO es crucial para ahorndar en el conocimiento de esta cuestión. «La lana o el cuero no se conservan en registros arqueológicos, pero encontramos su rastro en los textos», explica. La cultura sumeria, de hecho, produce la primera escritura. «Hay miles de textos administrativos que dan cuenta de la actividad de la lana y el pastoreo», apunta.

En aquellos tiempos, «era muy importante la labor del pastor de cualquier especie» porque «era la riqueza del país». Además de en los textos se refleja esta importancia en los relieves y frisos que reflejan cómo trabajaban con los animales. Uno de los más famosos se encuentra en el British Museum, es el Friso de la Lechería.

Publicaciones como «Epizootias de la Antigua Mesopotamia» o «A god touched my sheep»: understanding veterinary practices in Ancient Mesopotamia» son fruto de esta conexión entre la humanística y las ciencias, que en la antigüedad iban tan de la mano que no se distinguían entre sí.

Silvia Nicolás también ha hecho incursiones en Egipto, en colaboración con Alfonso Vives Cuesta, y Grecia antigua, civilizaciones donde también hubo transmisión cultural desde Mesopotamia.

«La Historia de la Veterinaria en España no tiene suficiente peso», lamenta. Sin embargo, apunta la leonesa, investigar en la historia de los animales «nos ayuda a conocer mejor su biología, cómo mejoraron o afrontaron enfermedades» y por tanto es básica «responder a problemas modernos como el animalismo», subraya.

Detalle del friso de la lechería, de época sumeria, que se encuentra en el British Museum.

Detalle del friso de la lechería, de época sumeria, que se encuentra en el British Museum.Osama Shukir Muhammed Amin

«El animalismo —puntualiza— equipara la naturaleza a lo humano», mientras que la veterinaria, aunque se ocupe de los animales, «nuestro objetivo principal es la salud humana a través de la salud animal».

En la antigua Mesopotamia, el hombre no se equiparaba a los animales. «Tenían bien clara la clasificación animal» y profundizando en sus documentos «estudias el lugar que ocupa el hombre en esa clasificación».

«Si alguna persona quiere profundizar en historia antigua, que recuerde que tiene en Cistierna un arsenal», apunta la veterinaria. Es una «zona deprimida de montaña que necesita actividades que la reactiven», añade.

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