El artista peruano que pinta un sueño en León
Miguel Falla quiere ir a la Escuela de Arte tras el fiasco del proyecto que le trajo a miles de kilómetros de su casa en Chiclayo

Miguel Falla Ibáñez mientras pintaba un mural para una iglesia evangélica en San Mamés.
Miguel Falla Ibáñez llegó a León un día muy señalado. El 5 de octubre de 2025, festividad de San Froilán, el patrón de la diócesis, aterrizó en España con un sueño en la maleta procedente de Perú. «Una compatriota que lleva 20 años aquí me propuso montar un negocio de decoración», explica. A sus 41 años, casado y con tres hijas, nunca se había planteado salir de su país ni de su ciudad, Chiclayo, que está más cerca de Quito (seis horas) que de Lima (12 horas). «Tenía una vida tranquila, trabajaba en decoraciones, hacía maquetas escolares y eventos y llevaba un equipo de fútbol del pueblo de Oyotún, de 6 a 16 años, que ha ganado la competición de la ciudad de Chiclayo», añade.
Con el caramelo del sueño europeo en la punta de los labios se embarcó en un viaje transoceánico. «Pero te hablan de Europa, venía con algo seguro, me pagaban el pasaje y me ofrecía habitación y comida». A su llegada a León, empezaron a comprar materiales y herramientas para poner en marcha el negocio y, en teoría, su compratriota se ocupaba de todos los trámites para obtener los permisos para Miguel.
«La tienda se inauguró el 12 de noviembre y a la semana, cuando le empecé a pedir mi pago, se molestaba y me echó a la calle». De la noche a la mañaña, el sueño de Miguel se quedó hecho añicos y a la intemperie. «Me ayudaron personas que conocí mientras estuve en el negocio», explica. La solidaridad de otras personas inmigrantes fue su colchón. «Estuve tres días con una familia colombiana y luego me ayudó otra persona que tiene un piso turístico y me acompañó a Cáritas», relata Miguel.

Corazón de San Valentín en un establecimiento de La Bañeza hecho por Miguel Falla.
El 7 de enero de 2025, después de Reyes, mientras esperaba en la sala de Cáritas, realizó un dibujo que dejó impresionadas a la organización. Una imagen de Cristo con la corona de espinas —más propio de Semana Santa— y la leyenda ‘Que Dios bendiga cada día, cada paso’ que acabó en un post de Instagram de Cáritas Diocesana de León: «Hoy, Miguel, quien recientemente estuvo en situación de calle y ahora busca ayuda para formarse y trabajar, nos ha regalado de manera improvisada su talento y un mensaje de esperanza para acompañarnos durante el día. Incluso en los momentos más difíciles siempre hay algo que compartir: talento, gratitud y fe».

Falla también participó en la decoración de una comparsa del carnaval bañezano.
Miguel Falla entró en el circuito de las oenegés que ayudan a personas en riesgo de exclusión en León y también acudió a Cruz Roja. En Cáritas le dieron una tarjeta monedero para que pudiera comer y la esperanza de algún apoyo para salir adelante en una ciudad desconocida, sin familia y con la angustia de que la suya, en Perú, espera su remesa.
Su empeño es ver cómo salir adelante. «Volver a mi país habiendo fracasado no quisiera». De momento, le han salido algunos encargos particulares. En San Mamés le ofrecieron pintar un mural para una iglesia evangélica y en La Bañeza decoró un establecimiento para San Valentín, primero, y luego para una comparsa del carnaval; retratos a personas conocidas y murales para casas particulares le mantienen activo y con unos pequeños ingresos que valora mucho. «El euro es cuatro veces el sol en Perú», aclara.

Pintando retratos, otra de sus especialidades.
A Miguel Falla le gustaría ingresar en la Escuela de Arte de León. «Si hay alguien que me pueda ayudar para que pueda hacer una prueba me gustaría hacer Dibujo y Pintura», comenta. Sabe que sin tener el bachillerato y sin documentos «es complicado», pero no tira la toalla.
En su país esudió hasta 5º de Educación Física en el instituto y también Diseño. Ha hecho serifigrafía y sublimados y también trabajos de restauración. «Soy complemetamente autodidacta, nací con ello», asegura. Su padre, Dante Falla, es un artista plástico y aunque apenas convivió con él, está seguro que «lo he heredado». «Se fue a Brasil, a Sao Paulo, y está muy reconocido aunque luego quedó ciego», relata.

Un retrato familiar hecho a lápiz.
Miguel investigaba por su cuenta y destcaba en el colegio. Luego hizo cursos de figura humana, perspectiva, color... «No llegué a Bellas Artes porque no hay en mi ciudad». Ahora pinta su sueño en León.
«Soy autodidacta, el arte venía conmigo, lo heredé de mi padre. Desde niño ya destacaba"

Retrato de la princesa Leonor.