Adiós al creador de las rosquillas de San Froilán

Santiago Pérez García, el fundador de la legendaria pastelería La Coyantina y de la escuela de repostería de Saper, que ha formado y sigue formando a nuevas generaciones en León, falleció recientemente.

Nacido en León, una de sus primeras innovaciones en León fue elaborar helados con productos naturales, aunque entre su legado, las rosquillas de San Froilán, se llevan la fama y la gratitud de todos los leoneses y forasteros que las han probado y, muy especialmente, de las pastelerías y obradores que cada año ofrecen los famosos dulces por las fiestas con más sabor a tradición.

Santiago Pérez fundó el Centro Saper en 1966. No se conformó con inventar fórmulas sino que quiso transmitir conocimientos y talento a través de esta escuela por la que han pasado más de 10.000 personas y es un referente europeo y en el mundo. Hasta León ha llegado gente desde Chile, París, Argentina o Andorra. Su hijo Alberto Pérez continúa la saga.

La Academia Leonesa de Gastronomía ha lamentado la pérdida de este maestro que ha sido «figura clave en la transformación de la pastelería española» con su «trayectoria insólita» como «creador de fórmulas, escultor de chocolate, divulgador incansable y maestro de maestros. Fue él quien elevó el oficio de pastelero a la categoría de arte técnico y científico», subraya. La academia le otorgó su premio en 2015, pero ya hay voces que piden un reconocimiento de la ciudad a este maestro. En la web municipal se ha registrado una petición para que el alcalde tome cartas en el asunto y le dedique una calle, una placa conmemorativa en el entorno del centro Saper y la incorporación de su figura a las fiestas de San Froilán con alguna actividad afín que lleve su nombre. «A lo largo de décadas, D. Santiago Pérez dedicó su vida con una entrega ejemplar a la formación de generaciones de profesionales en el arte de la repostería y la pastelería, dejando una huella imborrable desde el afamado Centro Saper, que dirigió con pasión, excelencia y profundo compromiso pedagógico», concluye la carta.