Diario de León

Max Cotilla Con el corazón en la mano

Todos se casan menos él

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León

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Las revistas que laten nos venden amor a raudales esta fría semana de enero. Menos mal que se está calentando el planeta que si se estuviera enfriando, se helaban hasta los osos polares en verano. Y debe ser por este temporal invernal que nos invade (no es nada raro que lo haga en enero) por lo que la gente busca compañía para calentarse los pies. Así podemos comenzar, de mayor a menor, con las bodas y los amores de la gente en diversos parajes del mundo. La mayor es la madre de Michael Douglas, que ya pasó los 79, y se casa, toda elegante y de blanco, con un tal Donald de 72 y funcionario del Tesoro americano. Allí estaban sus hijos y sus nietos, además de su nuera Catherine Zeta Jones, espléndida. Michael repetía que la boda de su madre era «algo mágico». Y no podemos por menos que darle la razón, completamente. El otro jovenzuelo es don Jean Paul, Belmondo de apellido francés, que se casa a los 69 con Natty, de 41, después de llevar 13 años pelando la pava al ralentí. El mismísimo uno de enero, al amanecer de San Silvestre, el día del nuevo año, se casó en las antípodas la chica que hace de princesa Eowyn en «El Señor de los Anillos». Miranda Otto se casó en Sydney, Australia, el país donde vive Simeon. Bien, ya lo saben. Casarse, lo que se dice casarse no lo han hecho, pero viven como si estuvieran casados tal es el amor que se profesan por lo menos durante estos días. Y ahí tenemos a la inefable Jennifer López haciendo arrumacos con su novio Ben; a Melanie Griffith con su Antonio haciendo maravillas en Aspen, Colorado, mientras le dan al esquí. Por cierto, todos los enamorados comparten arrumacos en los sitios fríos, menos Isabel Gemio, que se fue con Nilo a Cuba a tomr mojitos en la playa vestida de amarillo. ¡Quién pudiera Guzmán! Con lo ricos que están al lado de la tumbona mientras al lado se asa una langosta del Caribe. Sosa, sí, pero a mi me gusta. Y amor se profesan el hermano de Pantoja, el tal bernardo que se ha enamorado de la torera Ángela Hernández. A toda la familia le da por el arte de Manolete. Bueno, pues eso, que se quieren. Patricia Conde dice que el amor es lo primero de una lista muy larga. Ella sigue con el tenista Carlos Moyá. Yo no sigo hablando de la playa porque si la ponen, igual tengo que bañarme en el Bernesga con la que está cayendo. Seguiremos hablando del amor que a nuestras almas disloca porque es la única explicación que encuentro para entender la frase de Mari Carmen: «Estoy entusiasmada porque he sentido la sensación de lo infinito» Y no la entiendo muy bien porque el entusiasmo y el infinito sólo deben darse en el desierto de Libia que es donde está Bordíu con su novio Federici, llevados en una caravana por la revista que saluda. Ella está con un anorak como si fueran las pistas de Baqueira, pero es el desierto, el de la arena, el que es infinito y causa entusiasmo en las señoritas enamoradas. Y por casarse y tener novia hasta el príncipe de Mónaco, el rarito, tiene novia: una chica americana, de Maiami, que le cae muy bien a su papá Rainiero. Todos se casan, menos el príncipe Felipe que ya va a los 35, según la revista que se lee y todo el mundo espera el compromiso. Hay varias en la lista, pero como ha salido la princesa Magdalena de Suecia la más atractiva en una encuesta de la revista que saluda, suponemos que pueden ir los tiros por lo nórdico, como siempre. Y el más atractivo Bisbal. Es la repanocha, y ya no hablamos del hortera de Bustamante haciendo el pino en la Magdalena de Santander. No señor, no hablamos, porque sería inútil. Y me ciño a citar al vino de Gordoncillo y Cacabelos y al consabido botillo, sin olvidar al calentito cocido. Me callo y me largo donde Sebi a tomar unos mojitos. Como en Cuba.

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