Diario de León

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HOGUERITA DE SAN JUAN no basta. Pira tienes que hacer. Enorme. Madera de la de arder es lo que sobra. Leña al fuego. Al conjuro de esta noche las llamas purifican todo; casi. Hay tantas cosas que deben quemarse en este rito del solsticio, que es de temer que quedáramos todos chamuscados. Hay carradas de cohechos que piden la hoguera. Hay prevaricaciones en ristra que exigen estofado lento. Hay mafias y ladrillos que habría que devolver al horno. Hay violencias que reclaman soplete. Hay pijos, flojos de mano, bizcos de culo, tontos con pirulí que es vara de corregidor, listos al punto, zoquetes a la coma, corrupción acostumbrada, corruptelas por decreto, sobrinos en el chollo, cantamañanas de despacho y desafinados de despecho, desertores de la moral, moralistas con una viga en el ojo y otra en el solar recalificable, funcionarios que no funcionan y políticos funcionarios, artistas de hora y media, modos de cacique en el salón, zurdos comisionistas, lerdos, alguaciles alguacilados, mariguindis en epidemia, doncellas desdoncelladas, pamposaos, espabiladines, tierra quemada, pilotos estratosféricos en la cabeza de alguno, globos desinflados, sillas de tres patas, reclinatorios para chupar, talones en blanco y dinero más negro que alma de Judas, presupuestos disecados en el patio de Monipodio o el corral de Valdehuesa (que es valle de huesos, cementerio de elefantes y respetos), arcabuceros contra el común, atropadores al salto, ceporros hasta en la sopa, rijosos, pegones, mastuerzos, botilleros municipales, mentirosos, putas en tropel, ladrones, facturas falsas, bailadores de agua y apaleadores de humo, sacristanes de la estafa, donfloritos de plata y oro, grandones, mamaos, concejalas firulí, torcidos de intenciones, actas podridas, pactos de pastizal, ovejas sin esquila, pedáneos de cubil, trapitos de superpija (afónicas contra la guerra, visten ahora prendas de camuflaje guerrero), vareadores de lana presupuestaria, abúlicos, entocinados, lastimeros, bancos mancos, especuladores... Sobra broza y asunto para arder. La hoguera purifica. El fuego es como una amnistía. Y esto es precisamente lo que es de temer; que se destruyan pruebas y evidencias. Así que mejor pasamos de la hoguera y dejamos que el aire, el sol y el tiempo sean sus jueces. Quemar es olvidar. Y no hay caso.

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