La soledad de Aznar y Mayor Oreja

EL PLAN Ibarretxe continúa siendo objeto de rechazo y descalificaciones sin conocerlo, puesto que todavía no se ha hecho público el documento definitivo. Sin embargo, el ministro de Justicia, señor Michavila, ya ha anunciado que el Gobierno presentará recurso ante el Tribunal Constitucional que dictaminará su inconstitucionalidad. Dios me libre de ni siquiera insinuar que el Gobierno presionará a los jueces. Tal vez el ministro se atreva a pronosticar cual será el sentido de la sentencia porque conoce la opinión que el presidente del Tribunal Constitucional, señor Jiménez de Parga, tiene sobre los nacionalismos. Fue quien gastó aquella broma diciendo que no tenía noticia de que en Oklahoma existiese un lehendakari, de lo cual se felicitaba. O que en las nacionalidades históricas -Cataluña y el País Vasco- no se bañaban las gentes mientras que en su Granada natal, los ciudadanos de aquella época -sus compatriotas musulmanes, deberían ser- se bañaban todos los días. Seguramente le vino a la memoria la Reina Católica, doña Isabel, que según cuentan prometió no cambiarse de camisa hasta que no reconquistase Granada. El caso es que mientras el ministro Michavila amenaza con el recurso de inconstitucionalidad, el presidente Aznar no hace otra cosa que tratar de transmitir a la opinión pública, para que cale y haga mella en la ciudadanía, que el nacionalismo del PNV está en connivencia con ETA. El otro día, a la salida de su entrevista con el Rey en Mallorca, dijo que el Plan Ibarretxe significa la sumisión del lehendakari a los postulados de ETA. «Algunos -afirmó Aznar- podrán doblar la rodilla ante el terrorismo, pero España no lo hará». Sucede que es la propia ETA quien le desmiente cuando acaba de declarar la banda terrorista que el Plan Ibarretxe «es una ofensa al pueblo vasco» y que está en su contra. ¿Tiene razón Aznar cuando dice que el proyecto del lehendakari es someterse a ETA o tiene razón ETA cuando rechaza de plano la oferta del lehendakari por ser una ofensa al pueblo vasco? Así las cosas, el Partido Socialista de Euzkadi (PSE) se ha cansado de hacer seguidismo de «esa política antinacionalista trasnochada, política partidista y de confrontación» que viene practicando el PP y que sólo conduce «a alimentar la fractura y la confrontación de la sociedad vasca». Y ha decidido abandonar cualquier pacto con el PP para hacer frente al Plan Ibarretxe y ponerse a actuar por su cuenta, y desde su autonomía, en esa labor de oposición al proyecto del lehendakari. Oposición que va a consistir en ofrecer una alternativa al plan rupturista y radical de Ibarretxe. Y en ese sentido, se ha puesto a trabajar en un proyecto alternativo consistente en la reforma y desarrollo del estatuto de Gernika. Proyecto que será sometido en una conferencia de los socialistas vascos a convocar el próximo otoño. Y es que con la descalificación y la política de confrontación no se va a ninguna parte. En democracia, cuando el Gobierno presenta un proyecto con el que la oposición no está conforme lo democráticamente correcto, es que esa oposición presente un proyecto alternativo, en lugar de limitarse a lanzar improperios y anatemas contra la oferta del Gobierno y sus autores. Así no se avanza en democracia. Pero, hasta ahora, es lo único que ha sabido hacer el PP. En Euzkadi, por boca de Mayor Oreja, y en Madrid, por parte de Aznar. Y se han quedado solos: Mayor Oreja en el Parlamento vasco, y Aznar, en su refugio de La Moncloa. Los socialistas vascos del PSE han decidido desligarse de esa política de tierra quemada y dedicarse a presentar alternativas para la sociedad vasca. Que es a lo que se deben dedicar los políticos responsables: a contrastar y debatir proyectos con sus adversarios, buscando el beneficio de los ciudadanos, en lugar de enzarzarse en un cruce de improperios y descalificaciones.