Diario de León

Es un potente antioxidante, aumenta las defensas y activa el metabolismo de los glóbulos rojos

El amplio poder curativo del ozono

Los resultados son rápidos, eficaces, indoloros, económicos y sin efectos secundarios

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T. Gómez - león
León

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La ozonoterapia está basada en la aplicación de ozono médico (mezcla de un máximo de 5% de ozono con un 95% de oxígeno) en el cuerpo humano con fines terapéuticos. Aunque comenzó a usarse en la I Guerra Mundial para limpiar y desinfectar heridas, sus propiedades corrosivas retrasaron su expansión dentro del campo de la medicina hasta la aparición del plástico duro siendo los científicos rusos los pioneros en su investigación. El ozono médico es un potente antioxidante que al entrar en contacto con el organismo mejora el metabolismo de forma integral, optimiza los procesos fisiológicos y retarda el envejecimiento celular. Igualmente, aumenta el transporte de oxígeno a las células mejorando la circulación en los tejidos afectados y estimula a los glóbulos blancos para que produzcan mediadores que aumenten las defensas del organismo ante agresiones externas (infecciones o detección de células mutantes que pueden derivar en procesos cancerosos o enfermedades autoinmunes). Además, tiene propiedades germicidas capaces de destruir hongos, bacterias y virus. Por último, actúa como antitóxico (sin dañar los tejidos), antiinflamatorio, desactivador del dolor y mejora los resultados en los procesos de rehabilitación. En la actualidad, la ozonoterapia está muy extendida en Europa y su práctica es habitual en Alemania, Francia, Austria y Suiza. La cantidad y duración de las sesiones está en función de la patología que se trate, y los tratamientos son rápidos, eficaces, indoloros, económicos y sin efectos secundarios. Múltiples beneficios Los beneficios de la ozonoterapia permiten un amplio abanico de aplicaciones terapéuticas, pudiéndose emplear independientemente de la utilización de fármacos ya que no provoca consecuencias colaterales con otros tratamientos. Además, como es un gas inestable, que se descompone rápidamente, no deja residuos tóxicos porque se transforma en oxígeno en el interior del organismo. Actualmente, se usa para tratar trastornos circulatorios de las extremidades inferiores (tromboflebitis, varices), para recuperar las funciones corporales tras sufrir una enfermedad cerebrovascular isquémica (trombosis, embolia) y para mejorar la calidad de vida de los pacientes con diabetes, demencia senil, Alzheimer, Parkinson o esclerosis múltiple. También se obtienen excelentes resultados en afecciones intestinales (hemorroides, colitis ulcerosas, diverticulitis), en enfermedades virales (hepatitis, sida), así como en artritis reumatoide, cansancio crónico, dolores de cabeza, glaucoma, infecciones genitales y degeneración macular senil. Aunque no cura el cáncer, complementa los efectos de la quimio y radioterapia y ayuda a prevenir las metástasis. Su uso también se ha extendido a la traumatología, especialmente en el tratamiento de hernias discales, anquilosis de codo y rodilla, artrosis y en problemas de cadera, muñecas y tobillos. Además de reducir el número de intervenciones quirúrgicas, el ozono inhibe la producción de hormonas causantes del dolor, tiene una acción analgésica y favorece el riesgo sanguíneo de la zona afectada. También está indicado en afecciones dermatológicas (psoriasis, herpes, zoster, fístulas, acné), para cicatrizar heridas y úlceras que no cierran y en quemaduras graves. Por último, inyectado directamente en la zona del cuerpo con celulitis es capaz de quemar y reducir la grasa.

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