Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

¿Abrimos por la tarde?

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

Creado:

Actualizado:

EN EL ILUSTRE Ayuntamiento de nuestros pecados, están seriamente alarmados, porque uno de los concejales de la última hornada, hombre inteligente, activo y amigo de los niños y de los perros, ha presentado un estudio o moción o lo que presentara, para imponer en la Casa de la Poridad de Ordoño el Segundo, un horacio distinto al que desde tiempos inmemoriales se está cumpliendo, mal que bien. Así, por el cual se pudiera establecer que el dicho Ayuntamiento nuestro, en vez de dedicar sus atenciones a problemas tan abstractos como la colocación de la bandera de León en el balcón de la Universidad o prevenir un sistema de circulación y vigilancia verdaderamente eficiente, los trabajadores de la casa, o sea el municipio, imponga a sus empleados, obreros, funcionarios y demás gente de bien, el trabajo por la tarde. Se supone que el señor concejal autor de la proposición, no de ley, no pretenderá que los miembros de la amplia nómina de proletarios municipales además de acudir a las nueve de la mañana a ocupar el lugar que tienen allí, hasta la consumación del horario laboral legal, vayan a contraer el compromiso de volver por la tarde. Dicen los empresarios sin empresa que suelen influir en los designios municipales que se trata de proporcionar un nuevo servicio público y que conviene a la mejor salud del cuerpo municipal que el vecino disponga de todos los mecanismos de la susomentada casa durante todas las horas programadas para concertar acuerdos, firmar recibos y solicitar auxilio. El pueblo, o sea, el contribuyente, teme que esta novísima disposición suscite un nuevo impuesto y como en el milagro de la Virgen de Fátima, suplica que nos deje como estamos. Porque la función municipal, si de verdad aspira a la máxima eficacia y al acomodo de la sociedad, a lo que tiene que aspirar, no es a que sus funcionarios trabajen horas, de mañana y tarde, sino que trabajen bien, que su actividad cubra perfectamente los fines para los cuales haya sido prevista. León es, más o menos, una ciudad limpia, aunque apagada -se conoce que no abona el servicio a la Campaña eléctrica encargada de suministrarnos fluido y andamos a oscuras, macilentos y vacilantes por calles y plazas- pues siendo como es una ciudad maja con Catedral y museos abstractos, no consigue cumplir adecuadamente con deberes que sí que le son obligados: como por ejemplo, es un decir, el de la seguridad; en León se roba mucho. O el de la circulación que decíamos: en León ni los peatones sabemos el oficio ni los conductores de tanques respetan las reglas y lo mismo le da al Municipio pintar la calzada con pasos de cebra porque el conductor no respeta ni a las cebras. El Ayuntamiento nuestro de cada día, cuenta con una dotación de funcionarios que parece suficiente para el mejor servicio: son cerca de dos mil, nómina que bien utilizada y dispuesta puede, sin duda alguna, cubrir todos los servicios que la ciudad demanda. Y si esto no sucede no es porque en el Ayuntamiento no se trabaje por las tardes, sino porque los encargados de dirigir el complejo laboral no saben cumplir con su deber y ese despiste hace que parezca que los dos mil funcionarios no den para casi nada. Y no es cuestión de número sino de organización.

tracking