Diario de León

| Análisis | Educación y salud mental |

El nivel educativo está relacionado con el desarrollo de demencia senil

Existen suficientes argumentos como para asegurar que mantener una actividad intelectual continuada es una excelente forma de prevenir el deterioro cognitivo en la vejez

La actividad intelectual se ha mostrado como un factor protector en el alzhéimer o el párkinson

La actividad intelectual se ha mostrado como un factor protector en el alzhéimer o el párkinson

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Mag Castañón - león
León

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Excepto en contadas excepciones, la mayoría de los estudios epidemiológicos han puesto de manifiesto una consistente asociación entre el bajo nivel educativo y la demencia. Aunque en las últimas décadas en las sociedades industrializadas, se tiende a la alfabetización universal, ésta es una circunstancia que está aún lejos de la realidad; en España, y según Cáritas, existe más de un millón de sujetos analfabetos mayores de 10 años,los que supone el 3% de la población, de ellos medio millón son menores de 25 años. A estas cifras hay que añadir los más de siete millones de sujetos que, aunque alfabetizados, carecen de educación formal. A nivel mundial, las cifras son más descorazonadoras, ya que aunque el ritmo de alfabetización se ha acelerado exponencialmente, un cuarto de la población mundial es analfabeta, porcentaje que se espera disminuya a un quinto en este inicio del milenio, lo cual supone aún más de mil millones de analfabetos. Escolarización universal Es evidente que el grado de alfabetización y el nivel educativo de la población es manipulable a través de estrategias y políticas educativas. La política de escolarización universal y prolongada proporcionará una mayor reserva cerebral a las últimas generaciones, queda por ver si estrategias a otros niveles como la formación continuada generalizada, la educación de adultos, la escolarización post-jubilación o la Universidad para Mayores serán tambi én capaces de aumentar la «reserva cerebral» de los sujetos de mayor edad. Las evidencias biológicas disponibles apuntan a que la capacidad de crecimiento sináptico se mantiene aún en edades avanzadas; por otro lado, algunos estudios han documentado que la reserva cerebral puede aumentarse en ancianos mediante programas de estimulación específicos, reduciendo los problemas de memoria y cognitivos asociados al envejecimiento. Es altamente probable que la mejora en el nivel educativo pueda proporcionar un retraso en el inicio de la demencia; aparte de las ventajas que a nivel individual y familiar supondría este retraso al aumentar el tiempo libre de enfermedad y retrasar también la aparición de la fase de dependencia. Teniendo en cuenta el aumento exponencial de la demencia a partir de los 65 años esto implicaría la reducción significativa de la frecuencia global de demencia, con las importantísimas implicaciones socioeconómicas que ello conllevaría. Protección de la educación La protección de la educación sólo puede tener lugar a través de interferir con los mecanismos patogénicos o bien interfiriendo con la expresión clínica de la demencia. La educación, la actividad intelectual, se han mostrado como factores protectores en prácticamente todos los tipos de demencia -enfermedad de Alzheimer, enfermedad de Parkinson, enfermedad vascular, VIH, Alcoholismo, etcétera-, incluso frente al deterioro cognitivo asociado al envejecimiento fisiológico. Determinadas políticas educativas, incluyendo algunas a desarrollar en población adulta, pueden llegar a tener un gran impacto social y sanitario y deberían ser tenidas en cuenta y ser potenciadas. Entre tanto, existen los suficientes argumentos como para recomendar a la población que, al igual que el ejercicio físico es una buena medida para prevenir la aparición de patologías cardíacas, la actividad mental mantenida es una excelente forma de prevenir el deterioro cognitivo de cualquier causa.

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