El Príncipe y Letizia visitan Atocha al cumplirse dos meses del 11-M

El príncipe Felipe y su prometida, doña Letizia Ortiz, representaron ayer a la Casa Real en los actos de homenaje a las víctimas del 11-M convocados al cumplirse dos meses de aquella masacre. La ofrenda floral a los 192 fallecidos que realizaron en Atocha, lugar que se ha identificado como la zona cero española, se convirtió en un baño de multitudes para la pareja. El heredero de la Corona y su prometida fueron vitoreados por los asistentes tras depositar un ramo de rosas en el vestíbulo de la estación donde se erige el santuario a los muertos de aquel fatídico jueves negro . Ambos se desplazaron después al colegio Ciudad de Valencia, en Santa Eugenia, para visitar a los alumnos de una escuela en la que los atentados se cebaron con especial crudeza. Fue un acto breve -duró menos de diez minutos-, pero intenso. Suficiente para que el fervor popular contrarrestara la solemnidad del recuerdo que los novios dedicaron a las víctimas de los atentados. Un recuerdo doloroso para muchos de los que se acercaron a la Estación de Atocha que, en su entrada principal, conserva en un panel negro de tres metros de altura los nombres de los casi doscientos muertos en el día más negro de la democracia española. El semblante serio con el que descendieron el Príncipe y Letizia Ortiz las escaleras de acceso al vestíbulo se tornó en afable tras depositar el ramo de 20 rosas rojas y blancas en el lugar que rememora a los fallecidos. Allí, entre las velas, los peluches, las fotografías y las banderas, dejaron su ofrenda floral. Al concluir el acto tras un breve lapso de silencio, la pareja real -compañada en todo momento por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y por el alcalde la ciudad, Alberto Ruiz Gallardón- fue agasajada con todo tipo de halagos por parte de los asistentes a la ceremonia. «Guapos», «suerte» o «que no llueva el día de la boda» fueron algunas de las frases que pudo escucharse a la muchedumbre que les vitoreó. Y cuando a punto estaban de salir de la estación, ya en su peculiar cúpula, se toparon con una última sorpresa. Un grupo de gospel estadounidense, con la connivencia de Ruiz-Gallardón, interpretó una canción para los novios, cuyo estribillo reclamó que «permitamos que haya paz en la Tierra». El homenaje continuó con la visita al colegio Ciudad de Valencia, en el barrio de Santa Eugenia. La masacre del 11-M dejó sin padre a seis de sus alumnos y un séptimo perdió a su abuelo.