Diario de León

Un estudio cree que la negligencia es usual en el cuidado de los mayores

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A. Prádanos - madrid
León

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Los mayores sufren en España «frecuentes» situaciones de negligencia y abuso en la atención que reciben, aunque el maltrato deliberado es «excepcional». Lo dicen los propios ancianos en un estudio elaborado por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) bajo el auspicio del Imserso, y lo atribuyen, sobre todo, a la falta de consideración social hacia la vejez y la precariedad económica que afecta en gran medida a este sector de la población española. El informe Negligencia, abuso y maltrato en la vejez delimita los contornos de este fenómeno y define, en la voz de los propios afectados y de los profesionales del campo geriátrico, las situaciones de desatención, cuando no de abuso, que sufre buena parte de los españoles mayores de 65 años. Al ser un estudio cualitativo, no pone cifras al problema, aunque sus responsables recuerdan que por escaso que sea el porcentaje de afectados, sobre una población de 7,2 millones de personas, «el número de ancianos mal atendidos por una u otra circunstancia será altísimo». Los mayores calibran su calidad de vida en función de factores como la independencia económica, la consideración como activo valioso para la sociedad; el apoyo de la familia y la pareja; la ayuda a los hijos como «deber moral», incluso aunque no confíen en obtener reciprocidad; y la seguridad y la tranquilidad, que para la mayoría empieza por permanecer en el propio hogar, con asistencia domiciliaria cuando sea preciso. A partir de ahí empiezan las quejas. La española es ya una sociedad que ejercita el culto a la juventud, en la que se arrincona a los viejos, considerados «clase pasiva» incluso por las instituciones, se les regatea en unas pensiones -en particular las de viudedad- ganadas a pulso, y empieza a quebrar el «contrato familiar» que garantizaba el cuidado de una generación por sus descendientes. En este contexto, las personas de edad pierden derechos cada día y ganan vulnerabilidad y abandono. En el ámbito privado, el estudio refleja las protestas de los mayores por su «destitución familiar» al dejar de ser considerados miembros activos de la familia, a menudo ignorados y tratados como «trastos viejos»; por el desarraigo provocado al abandonar el hogar rumbo a una residencia o a las casas de los hijos; y por la explotación «como mano de obra gratuita» y a veces también económica de que son objeto por sus propios vástagos. En lo público, critican las deficiencias en la asistencia sanitaria que reciben -listas de espera y falta de atención geriátrica especializada-, y la falta de alternativas más flexibles al ingreso en la tradicional residencia, explicó Isidoro Ruipérez, presidente de la SEGG. Visto desde la perspectiva de los profesionales, cuidadores, médicos, etc., los mayores padecen una atención deficiente en buena medida por la falta de formación y titulación específica del personal encargado de velar por su salud.

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