Empezar desde pequeños

La protección del medio ambiente, como tantas otras cosas, es algo que se debe aprender desde pequeño. Los niños copian de los mayores y si les ven tirar papeles al suelo, mantener el grifo abierto cuando se lavan los dientes o no apagar la luz al salir de una habitación verán normal este tipo de conducta. Por eso, la educación ambiental desde los primeros años es muy importante para cuidar del patrimonio natural. Así, por ejemplo, antes de adquirir una mascota deben comprender que tener un animal no es un capricho pasajero y supone una responsabilidad que hay que asumir. De esta forma, se evitarían los miles de abandonos que se producen en verano. Pero si ya la tiene y quiere deshacerse de ella llame a una protectora para que la recoja. Si se trata de un perro, recuerde que debe llevar correa, recoger sus excrementos y respetar las zonas de juego infantiles. Intente inculcar a sus hijos conductas medioambientales como plantar un árbol, a no abrir el frigorífico como un acto reflejo, a apagar la televisión cuando nadie la ve, a elegir juguetes sin pilas (si no queda más remedio, que sean recargables) y que comprendan la importancia de separar los residuos y del reciclaje. Y si quiere ir más lejos, acuda a la concejalía de Medio Ambiente de su Ayuntamiento, a la Consejería de Medio Ambiente, hágase voluntario ambiental de una organización ecologista o apadrine un animal abandonado. Todavía estamos a tiempo de contribuir a cuidar nuestro planeta.