Diario de León
Publicado por
LUIS DEL VAL
León

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LA PARADÓJICA imagen que contemplábamos ayer en muchos periódicos, en la que unos turistas, con una cerveza fría en la mano, descansaban en una playa en la que eran evidentes los destrozos causados por el maremoto, se presta a una lectura inmediata, tan lógica como llena de demagogia. Lo que repele en un primer instante es que estos occidentales con una cerveza helada en la mano, rodeados de los restos de la catástrofe, están situados a muy pocos kilómetros de unos lugares donde la gente carece de agua para beber. A partir de aquí se podría construir fácilmente un discurso tremebundo, pero antes de seguir convendría recordar que la tragedia humana con ser inmensa, y la catástrofe, con ser incalculable, podría ser todavía mucho más profunda si estos tipos occidentales, de estómago obeso e indiferente mirada, dejaran de contratar vacaciones en unos países donde la única industria es el turismo. Incluso los pescadores viven del consumo de hoteles y restaurantes, y puede decirse que no hay familia que no tenga a la mayoría de sus miembros, por no decir a todos, vinculados a al guna rama del turismo y la hostelería. Si el temor al horror, si el miedo hacia una probable acusación de insensibilidad, desplazara a los turistas potenciales hacia otros destinos turísticos, el destrozo económico consiguiente sería imposible de reparar por muchas ayudas que se destinaran. Es decir, que lo terrible es que, pese quien pese, hay que procurar que algunas cervezas sigan estando heladas, aunque falte el fluido eléctrico en otras partes, porque esa es la mínima garantía de que pueda llegar a reconstruirse una economía que ha quedado a la deriva tras golpear la línea de flotación de su magra prosperidad. Por otro lado, antes de tirar la primera piedra, muchos de nosotros hemos estado en países donde la cámara que llevábamos podría haber dado de comer durante un año a una de las familias del país, alguno de cuyos harapientos miembros nos ha contemplado pasar a su lado, mientras le mirábamos con la misma indiferencia que observan los tipos de la cerveza.

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