Diario de León

Gente de aquí y allá | Un recuerdo inolvidable

Arena blanca

La decena de niños iraquíes que pasan unos días en El Caserío de la Fundación Carriegos tocaron por primera vez la nieve en la estación de esquí de San Isidro

Laydh disfruta mientras un monitor lo desplaza en sus esquíes

Laydh disfruta mientras un monitor lo desplaza en sus esquíes

Publicado por
Abigail Calvo - san isidro
León

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Ayer por primera vez una decena de niños tocaron lo que ellos, desde el calor del desierto, llaman «chalell». Algo tan lejano como la paz en su país, la nieve. Los pequeños iraquíes que están pasando quince días en El Caserío de la Fundación Carriegos llegaron emocionados a la estación de esquí de San Isidro. Las caras lo decían todo, no hacía falta hablar, ni en iraquí ni en español. Había sonrisas que se salían de las caras. Bolas de nieve que no se escapaban de las manos a pesar del frío. Verdaderas batallas campales sin un objetivo personal concreto, lo único importante, saborear el tacto de la nieve y disfrutarla al máximo. Tanto es así, que más de uno decidió probarla y llevársela a la boca. La jornada les preparaba más sorpresas. La diferencia de temperaturas de Bagdad, ciudad de la que proceden, con la que ayer por la mañana había en San Isidro no importaba. Después de un pequeño proceso de organización, una fila de cuatro para montar en el telesilla. Otra experiencia que permanecerá para siempre en la memoria de los pequeños iraquíes. Desde el remonte veían a los esquiadores deslizarse hábilmente por la nieve. «¡Hello!, ¡good bye!, ¡hooolaaaa!», gritaba Laydh desde lo alto; mientras, el viento le arrebataba la visera a Fadua. En la cima los pequeños iraquíes, todos con algún tipo de discapacidad, volvieron a disfrutar del contacto con la nieve. Dos de las monitoras que les acompañan durante estos días en León, Montana y Russel Tuma, aseguraron que el viaje merece la pena por «la alegría devuelta. Estos pequeños llevaban mucho tiempo sin reir como lo están haciendo ahora». Marwan, al que acompaña su padre Kareem, dijo que cuando se metiera en la cama después de la dura jornada de esquí, bajo el silencio absoluto que provoca la ausencia de aviones y bombas, soñaría con las risas y la nieve.

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