Diario de León

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CRUDO se lo están llevando. Los carnés de conducir se pueden comprar. Y por qué no. También se compran tetas de plástico para parecer lo que no se es y para que puedan conducirse en esta vida de máscara y mentira las paisanas que buscan inventarse otro himeneo cuando avistan su tercera edad a la vuelta del espejo... espejo espejito, mágico cirujano, qué haré yo con la tripita. Aquí se puede comprar todo. ¿Será por dinero? Es la ley del mercado. Se compran licencias de obra, voluntades políticas, halagos informativos... Y si chirría algún engranaje, grasa al canto, unto a la cuenta y.... gracias al cuento, seguimos tirando. Unos funcionarios de Tráfico encontraron el filón. Pero, excepcionalmente, les pillaron. Vaya pedo ha soltado la maquinaria del Estado. Las autoescuelas se tiraron de barriga a esta piscina del cohecho, de la mierda y de la rifa. Ciento y pico han sido sorprendidas en el chapuzón. Eso quiere decir que sobran clientes modorros con pasta suficiente para no parecerlo, nuevos ricachos dispuestos a pagar medio kilo por un chivatazo de examen, porque son tan lerdos que no aprobarían el teórico en jamás de los jamases. De estos los hay a miles, lo mismo que de pedorros (y pedorras) que obtuvieron de esta forma el carnet porque les sobra la pasta fácil que obtienen enseñando las bragas sucias de otros pedorrillos del famoseo paleto. Así que en Tráfico se abrió la ventanilla y asomó un baranda estirando un cazo. Tajadita. Es la cachonda comedia nacional, es la eterna España que se emboba con una Giralda, teniendo detrás el Patio de Monipodio, el trinque institucionalizado. Aquí hay uno preguntándose si los funcionarios sorprendidos eran toda la trama de este negocio tan boyante, porque sostiene él que los servidores corruptos son como las setas de San Jorge que ahora afloran, pues encontrando una, hay que palpar todos los alrededores porque escondidas bajo la hierba aparecen otras cuantas. El ciudadano se desalienta ante los trinques de linos, lanas y carnés porque vienen a demostrar que las puertas del Estado tienen gateras y que ya no sólo hace falta tener padrino para bautizarse, sino enseñar grasa de untar para poder cristianar la codicia, la trampa y el mamoneo, trinidad santa que hoy gobierna este misterio místico-administrativo que es España.

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