Diario de León

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SE ME encabronaba un amigo contándome un incidente tenido días atrás con policías municipales. Se sulfuraba ante esos aires de cierta arrogancia con que adornan sus altos al ciudadano, ese que, ante el trato recibido, parece siempre un presunto delincuente. Esta cierta actitud de altanería autoritaria, dice mi rabiado relator, se delata especialmente entre los más catecúmenos del oficio, nuevas hornadas de agentes con chapa de ayuntamiento para apabullar y pistolón de teleserie para que las nenas se admiren de los órganos del poder. A esos cuantos de la norma chula me los puso a parir, aunque tiene especial repelús ante los municipales del alfoz, de esos pueblos emergentes que se van añadiendo a las ciudades copiándoles mañas y macizamiento. Tampoco le gusta lo de alfoz y dice que sólo rima con coz, con hoz y que no queda en el diccionario otra palabra que case la copla. Y con tres brochazos les hizo un retrato: se calzan botas de mucha cordonería para parecer de un cuerpo especial de operaciones, se ciñen la pantalonada con más coquetería que una mariguindi en ferias, se remangan la camisa ante el primer calor de mayo para lucir el resultado de su gimnasia marcando cuello de buey, te miran por encima de la raya del respeto, se te plantan con las patas abiertas, que es lo que se hace al mear, y para colmo, se colocan el antifaz de una gafas negras de cinemascope para esconder detrás su complejo. No hay cosa más insufrible y paleta que alguno de estos catetos de alfoz o de Ordoño intentando imitar posturitas de scheriff-road. Si algunas gafas les hacen parecer narcotraficantes colombianos, el uniforme ya les transtorna del todo. Se arreglan. Se rapan el pelo para seguir modelo americano y van por la vida y por estas calles como perdonándote. Qué aires. Qué humos. Qué talante... (inciso: eso de talante a secas es muletilla aberrante; la gente sólo tiene buen talante o mal talante, pero a solas talante dice nada, es concepto huero; y si no es bueno ni malo, talante es lo regular, tibio o manso). ¿Cómo podría definirse el talante de esos agentes?, preguntó, ¿bueno o malo?, ¿macarra, autoritario, listín o majadero?... Que elija el lector, le dije, porque esas cosas vienen ya de cuando eran «guris», apócope cazurro de guripa, que así les llamábamos a los municipales cuando llevaban abrigote largo de mariscal. Y así actuaban.

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