Diario de León

La Audiencia apoya al juez que ordenó que las adolescentes declarasen sin protección

Tres niñas denuncian los abusos sexuales en presencia de su agresor

Una de las menores no acudió al juicio porque sufrió una crisis nerviosa que le impidió testificar Ju

El acusado, Francisco C.S., tomando notas ayer en el juicio

El acusado, Francisco C.S., tomando notas ayer en el juicio

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«Se han esforzado por vencer los nervios y explicar lo que pasó». Lara Padilla, una de las abogadas que conduce la acusación particular contra Francesc Castro Salazar, profesor de kárate acusado por cuatro de sus ex alumnas de agresión sexual, calificó de «valientes» a las tres niñas que lograron ayer vencer el miedo, sentarse ante el tribunal y confirmar su acusación. Los padres de la cuarta adolescente se negaron a llevarla al juicio porque, según su versión, sufrió una grave crisis nerviosa. Su incomparecencia abre incógnitas sobre el futuro del proceso.El presidente de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Barcelona, el magistrado Pedro Martín, había ordenado que las cuatro niñas, alumnas de los colegios públicos L¿Olivera de Mataró y Cirera de Cabrils (Barcelona), declarasen ayer en el juicio sin que una mampara de protección les evitase la vista del supuesto agresor. Declaración «indispensable» Las cuatro ya declararon hace dos años en el Juzgado de Primera Instancia de la localidad barcelonesa de Mataró, pero el juez decidió que las niñas tenían que testificar de nuevo en la vista oral y en presencia de su ex profesor de kárate, sin que mediase ningún de protección que impidiese el contacto visual, porque es «absolutamente indispensable» para poder dictar una «sentencia justa». Antes de empezar hoy la vista, volvió a explicar las razones que le han llevado a tomar tan polémica decisión. Las otras tres menores que acudieron ayer al juicio, con edades comprendidas entre 9 y 13 años, declararon sin la protección de mampara, pero pudieron situarse de espaldas al procesado, y entre ellas y su ex profesor se colocó una funcionaria del juzgado. La acusadora Lara Padilla, que no dudó en resaltar su valentía, explicó que las tres ratificaron sus acusaciones. Los abusos, que el procesado negó de manera rotunda, se habrían producido en una habitación del gimnasio, al inicio de la actividad extraescolar, cuando el resto de alumnos realizaba los ejercicios de calentamiento previos a la clase de kárate. Esta acusación pide 23 años de prisión para el profesor de kárate por la agresión sexual, además de 18 años de inhabilitación profesional y una orden de alejamiento. Por su parte, la fiscalía solicita 19 años de prisión. Nervios La más pequeña de las niñas, la que padeció las agresiones más graves y reiteradas cuando tenía entre 8 y 9 años, según la acusación particular, no se presentó a declarar porque sufrió una crisis nerviosa. Según explicó el padre de la menor, Josep, su hija sufrió el martes un ataque de nervios cuando le explicaron que tenía que ir a la audiencia para declarar. El padre explicó que cuando él y su mujer «le expusimos que tenía que declarar, se puso de una manera como no la había visto nunca, nos dijo que le habíamos jurado que no tenía que volver a declarar, llorando como no la habíamos visto nunca». «No paraba de llorar y de tener convulsiones nerviosas», insistió el padre, que explicó al tribunal que «le hemos tenido que decir que no tendría que declarar más». «Para mí era terrible tener que traerla a la fuerza, porque no hubiera venido ni a rastras», aseguró. La fiscalía y la acusación particular volvieron a solicitar al tribunal que admita como prueba documental el vídeo de la declaración de la menor que se grabó durante la fase de instrucción del juicio. Y ante la incomparecencia de una de las niñas, el fiscal se mostró partidario de que se suspenda el juicio, se lleve a cabo una nueva exploración de la menor que sufrió un ataque de nervios y se la vuelva a citar a declarar si se considera que está en condiciones físicas y mentales para ello. La sala podría acordar que se tomase declaración a la menor en su domicilio, pero también abrir un procedimiento penal por desobediencia a los padres de la niña.

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