Diario de León
Publicado por
ROSA VILLACASTÍN
León

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NO, NO ES EL TÍTULO de una película, ni siquiera de una novela histórica tan en boga últimamente. Se trata simplemente de sintetizar en seis palabras la difícil situación por la que atraviesa Carlos de Inglaterra, que, a punto de jubilarse, todavía no sabe si sucederá a su madre o lo hará Guillermo, su hijo mayor, fruto de su matrimonio con Diana de Gales. Conclusión a la que llegué después de observarle detenidamente durante las varias horas que duró el acto organizado por Porcelanosa, que tuvo lugar en Coworth Park, a unos 50 kilómetros de Londres, en el que también participó su hijo el Príncipe Enrique. Y al que no pudo asistir Camila Parker, tal y como estaba programado, por encontrarse muy enfermo su padre. Fue el propio Carlos quien se acercó a saludar a los cuatro o cinco periodistas españoles que nos encontrábamos en Coworth, para decirnos los motivos por los que la duquesa de Cornwall, su esposa, no había podido ir a recoger el donativo que la firma española le iba a entregar y que estaba destinado a la Fundación que preside y que trabaja a favor de las mujeres que padecen osteoporosis. Aprovechando que le teníamos frente por frente quisimos saber cómo se encuentra después de su boda, a lo que contestó «muy feliz, tremendamente feliz», lo que confirmaba su amplia sonrisa. Y así debe ser por lo relajada que transcurrió la charla, sabiendo como sabemos, la poca simpatía que siente por los medios. Vestido con un pantalón blanco, botas hasta las rodillas, polo rojo, sudando y con el pelo alborotado, nadie al verle descender de su caballo, nadie insisto, hubiera dicho que se trataba del heredero al trono de Inglaterra. Más bien parecía un campesino por lo robustas que tiene las manos, de persona a quien le gusta trabajar la tierra. En su caso, la jardinería. Carlos, pese a que no es un hombre guapo y ya tiene sus añitos, resulta en la distancia corta mucho más atractivo que en las fotos, ya que tiene algo que le diferencia del resto de los hombres que le acompañaban. Quizá sea su manera de comportarse, sus gestos, no lo sé. Pero hizo algo que debería ser tomado en cuenta por el resto de los herederos: saludó a todas y cada una de las personas que se acercaron a él, dando la sensación de que en ese momento nada, ni nadie había más importante para él. Sin duda tiene oficio y eso se nota.

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