Diario de León
Publicado por
JULIA NAVARRO
León

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UN DÍA de estos, el PP debería asumir que el mensaje es tan importante como el mensajero, de manera que sus mensajes pierden efectividad habida cuenta de que son Acebes y Zaplana quienes los transmiten. Y es que Angel Acebes está políticamente «abrasado», aunque él no se dé cuenta y nadie en su partido se atreva a decírselo. Bueno, en realidad, lo dijo en voz alta Josep Piqué, pero le mandaron callar. De manera que el PP comete un error haciendo que sea Acebes y Zaplana quienes arremeten contra Zapatero a cuenta de la tragedia de Guadalajara. Produce irritación que quienes no estuvieron a la altura de las circunstancias cuando el Prestige sean ahora quienes gritan más alto pidiendo responsabilidades. Pero allá ellos. Pero que Acebes no tenga credibilidad no quita para que los ciudadanos critiquemos la visita vergonzante que el presidente Rodríguez Zapatero ha hecho a Guadalajara. Seguramente sus asesores le han querido evitar que alguien le increpara, que pasara un mal rato, y sobre todo que pudiera salir por la televisión en vez de en olor de multitudes entre gritos y reproches. No, Zapatero no ha sabido estar a la altura de las circunstancias, y hay en su actitud un toque de cobardía. Cuando uno es presidente de gobierno tiene la obligación de dar la cara, le entra en el sueldo, porque no todo es hacerse fotos con futbolistas de elite, o acudir a estrenos de cine, o confraternizar con la farándula. El presidente ha tardado nueve días en ir al lugar de la tragedia, podía haberlo hecho antes de su viaje a China, pero no se atrevió y ahora tampoco se ha atrevido. Tiene suerte Zapatero de tener enfrente una oposición tan poco consistente y creíble porque de lo contrario políticamente estaría pasando un mal momento. Claro que más allá de la ineficacia de la oposición, Zapatero y su corte de asesores deberían de abstenerse de tomarnos por tontos a los ciudadanos. Por más que pongan a sus terminales mediáticas a defender «la visita sorpresa» a Guadalajara lo que los ciudadanos hemos visto es a un presidente sin valor de dar la cara, un presidente que se hace trampas al solitario si cree que con lo que ha hecho ha cumplido. Ha sido peor esta manera de ir que si no hubiera ido. Ha sido peor, digo, porque deja al descubierto que le falta consistencia para enfrentarse a un mal trago.

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