Diario de León

Las nuevas formas familiares responden a circunstancias que ocurren en la sociedad

La familia tradicional se convierte en?una?opción?minoritaria?en?España

La incorporación de la mujer al mundo laboral, factor clave en el cambo familiar en España

En la imagen una mujer española que adoptó a dos niños, un español y una niña china

En la imagen una mujer española que adoptó a dos niños, un español y una niña china

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Sofía Ruiz de Velasco - el escorial
León

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Familias monoparentales, homoparentales, reconstituidas, tradicionales y unas cuantas variantes más aún sin traducción en nuestra lengua como DINKS (siglas en inglés de «dos ingresos, sin niños») y LAT («parejas que viven separadas»). Éstas son algunos de los nuevos modelos familiares nacidos al calor de los últimos cambios sociales registrados en España. Familias plurales y heterogéneas que superan el antiguo modelo parsoniano que definía la célula familiar como un padre, una madre y varios hijos, punto. Las nuevas familias son una realidad que «nos afecta a todos porque en la misma vida de una persona se pueden dar varios de los modelos», asegura la socióloga Constanza Tobío. Es decir, que las nuevas formas familiares no son algo que se ha ido buscando sino que responden a circunstancias que ocurren en la sociedad. Tobío, catedrática de sociología de la Universidad Carlos III de Madrid que ha dirigido el curso Las nuevas formas familiares del siglo XXI organizado por la Universidad Complutense en El Escorial, destaca la incorporación de la mujer al mundo laboral, los giros sociodemográficos -aumento de esperanza de vida, descenso de natalidad-, los cambios económicos en la sociedad de consumo y la democratización social, entre otras, como las más poderosas razones para el surgimiento de nuevos modelos familiares el mundo desarrollado. En este contexto, considera «inimaginable» que la familia monolítica, basada en un matriarcado doméstico en el que la mujer cuidaba de los pequeños y de los mayores y dependía de los ingresos del marido, siga manteniendo la posición hegemónica que ocupó en el pasado. «Me sorprenden los que dicen que la familia está en crisis, cuando en realidad se está enriqueciendo y fortaleciendo», comenta Amparo Marzal, secretaria general del Menor y la Familia del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Pero aunque todos estos modelos hayan surgido con naturalidad y convivan también «completamente aceptados por la mayoría», como dijo Marzal, sí es cierto que existen nuevos problemas derivados de las nuevas formas familiares. Más pequeñas Ahora las familias son más pequeñas. De hecho las parejas sin hijos han aumentado un 22% desde 1991, aproximadamente el 7% de los hogares españoles son monoparentales. En paralelo, las familias numerosas han descendido un 41,7% desde el mismo año. Esta reducción en el número de miembros de la familia también se extiende a la red familiar. España se empieza a parecer más a sus vecinos europeos y las relaciones existentes entre los primos, los tíos y los abuelos también disminuyen. Es una tendencia que siguen los países desarrollados, ya que la red familiar extensa adquiere todo su sentido en los países más pobres como apoyo económico y social. Esto incide para mal en dos aspectos básicos en los que la familia era imprescindible como célula básica de integración social. El aumento de la esperanza de vida hace que cada vez sean más las personas que alcanzan una edad provecta, expuestas, por tanto a achaques y enfermedades incapacitantes. Este hecho colisiona con el ritmo y estilo de vida actuales y, sobre todo, con la dinámica laboral femenina. El hecho de que la mujer, antes encargada del cuidado de los mayores, se haya incorporado al mercado laboral interfiere en esta tarea. Esta responsabilidad, a pesar de que ahora la mujer no tenga más tiempo que su pareja, sigue recayendo en ellas. Según el Libro Blanco de Dependencia hay más de un millón y medio de hogares españoles con personas dependientes. El 95% de estos son atendidos por la familia y de entre las personas que les atienden el 83% son mujeres. Esto deriva en costes emocionales y en problemas de otra índole, económica sobre todo, ya que las mujeres dedicadas al cuidado de los mayores se ven obligadas a abandonar su trabajo ante la imposibilidad de conciliar ambos cometidos. Cambio de roles Pero esta dificultad también se plantea en el cuidado de los pequeños. Su incorporación al trabajo provoca que las mujeres deban elegir entre la maternidad y la carrera profesional. En gran medida, debido a que España no está al mismo nivel que los países europeos en políticas de conciliación que permitan a las madres coordinar su vida laboral y familiar. «En cuanto a la legislación familiar y a la parte del PIB que España dedica a estas políticas estamos a la cola de Europa», confirma Tobío. Faltan recursos para el cuidado de niños hasta los tres años. «Aquí entran las políticas públicas y un cambio en los roles tradicionalmente atribuidos a hombres y mujeres. Las exigencias actuales hacen que ambos trabajen muchas horas fuera y hay un aspecto del cuidado personal que no se está resolviendo o que se está resolviendo muy mal», dice Tobío.

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