Sí, pero

EL FEO asunto de los asaltos de inmigrantes «sin papeles» a las vallas de Ceuta y Melilla parece haber entrado en la única vía posible de solución. A petición del Gobierno español, una misión de la UE visitará en los próximos días la zona (de momento, sólo la parte española) para ver qué se puede hacer. Iba siendo hora, la verdad. Aunque físicamente se desarrollen en nuestro territorio nacional, estos dramáticos asaltos plantean en realidad un doble problema de soberanía. Además de ser la única frontera terrestre entre España y Marruecos, Ceuta y Melilla forman parte de la frontera sur de la UE con los países del Magreb. Doble tiene que ser también, por consiguiente, la búsqueda de soluciones. Por más que España pueda y deba dejarse de paños calientes y exigir a Marruecos que cumpla su parte de los acuerdos bilaterales que ambos países han suscrito sobre inmigración ilegal (incluidas la «devolución» inmediata de los «sin papeles» subsaharianos al otro lado de las vallas asaltadas y la inmediata repatriación de los menores marroquíes no acompañados que consiguen llegar a nuestro país), no era admisible que nuestros socios europeos siguieran mirando por más tiempo este problema como si sólo fuera nuestro problema. Aunque los españoles tendemos a cargar las tintas contra Marruecos, la UE tampoco está haciendo honor a sus compromisos para paliar esta tragedia. Sin embargo, además de ese problema de soberanía que no podemos solucionar sin ayuda, los españoles tenemos en Ceuta y en Melilla un problema de orden público que sólo a nosotros corresponde solucionar, y que no estamos sabiendo solucionar. Los asaltos a las vallas no los realiza un Ejército invasor sino civiles desarmados. Todo lo ilegales que queramos, pero civiles. A veces, muy agresivos, es verdad; como recordaba estos días uno de los guardias civiles de Melilla, la desesperación que les empuja les dispara «la adrenalina». Estamos hablando de civiles desarmados, por Dios. ¿Qué hace allí la Legión? Los soldados no están entrenados para restablecer el orden público, eso es cosa de la policía y de la Guardia Civil; a los soldados lo que se les enseña es a defender lo que sea a tiros. El ridículo, eso es lo que están haciendo allí nuestras tropas. Y nosotros con ellos. Ante el mundo entero.