Diario de León

LITURGIA DOMINICAL

El juicio sobre la historia

Publicado por
JOSÉ ROMÁN FLECHA ANDRÉS
León

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HAY días en que, al leer los periódicos, tenemos la sensación de haber llegado al día del juicio final. Cualquier persona que pueda aparecer ante los medios parece haberse arrogado el papel de juez universal. Dictaminan lo que está bien y lo que está mal. Premian a unos y condenan a otros a las tinieblas sempiternas. Y no habría de ser así. Somos todavía peregrinos por los caminos del mundo. No hemos llegado a la meta del caminar. El veredicto no puede ser pronunciado todavía. Primero, porque las personas pueden cambiar de opinión, de conducta y hasta de bando. Y segundo, porque los árboles no nos dejan ver el bosque. Los logros inmediatos no nos permiten valorar en conjunto el final de la historia. No todo lo que parece progreso nos hace progresar. Y no todo lo que parece conservador nos sumerge en una charca apestosa. En consecuencia, es un error anticipar el juicio sobre lo humano y su peripecia. La evaluación En este último domingo del año litúrgico se celebra la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Una fiesta que hará sonreír a los adoradores de los poderes fácticos de este mundo. Pero una fiesta que devuelve la esperanza a los que saben que sólo a Dios se puede adorar. Ésta es la fiesta para celebrar la libertad de los que han sabido elegir a quien obedecer. El evangelio de hoy (Mt 25,31-46) nos recuerda que el «Hijo del hombre» será el verdadero juez de la historia humana. Es más: Él será al mismo tiempo el juez y el criterio mismo del juicio. Seremos evaluados de forma positiva, si Le hemos acogido, visitado y atendido en su necesidad. Seremos reprobados si Le hemos ignorado cuando pasaba hambre, sed o desnudez. Nadie podrá disculparse alegando no haberse encontrado jamás con Él. Porque Él estaba ahí. El Juez de la historia ha querido identificarse con las últimas y más despreciadas víctimas de la historia. Esas que pasaron cada día a nuestro lado, suscitando nuestra compasión o nuestra repulsa. Y la sentencia «Venid, benditos de mi Padre: heredad el Reino preparado para vosotros». Tal es el veredicto del Juez sobre los que hicieron de la compasión y el servicio a los demás la norma de su vida. Esa sentencia orienta nuestro camino y nuestra acción. ¿ «Venid, benditos de mi Padre». Esa invitación es la última y definitiva revelación del Dios del amor. El Dios que no han conocido los que lo imaginan como enemigo de la suerte humana. Sólo se puede llamar Padre a quien nos ama hasta el extremo. ¡A nadie más! ¿ «Heredad el Reino preparado para vosotros». Si somos hijos, somos también herederos. Frente a las míseras herencias por las que nos peleamos cada día, se nos promete la herencia de un Reino. Mejor: la cercanía del único Rey y Señor de la historia. ¡Nada menos! - Bendito seas, Padre, por habernos revelado tu amor y la suerte que espera a los que descubren en el pobre y oprimido el rostro y la presencia de Jesús, tu Hijo y nuestro Señor.

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