Diario de León

La energía minihidráulica sustituye a 250.000 toneladas equivalentes de petróleo al año

La electricidad «más limpia» es la de las minicentrales hidráulicas

Castilla y León, Galicia y Cataluña encabezan la producción de este tipo de energía

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Miguel J. Tré - león
León

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Dentro de las energías renovables, las minicentrales hidráulicas constituyen una de las opciones a tener en cuenta. Su funcionamiento es como el de las centrales hidráulicas, aunque tienen la ventaja de que aprovechan el agua sin perjudicar al cauce de los ríos, ocasionando un impacto ambiental más pequeño. Los datos oficiales indican que en España hay más de 1.000 minicentrales hidráulicas con una potencia instalada de 1.548 MW, y podrían ampliarse en otros 1.000 si se aprovechasen los saltos de agua de los ríos peninsulares. Se considera minicentral hidroeléctrica aquella que tiene una potencia máxima de 10 MW. Por Comunidades, Castilla y León, Galicia, Cataluña y Aragón son las que más energía de este tipo producen, mientras que las de Murcia, Valencia, La Rioja y Extremadura se sitúan en el extremo contrario. En la actualidad, la energía minihidráulica sustituye a 250.000 toneladas equivalentes de petróleo al año y genera electricidad equivalente al consumo de más de un millón de hogares. Según los objetivos recogidos en el Plan de Fomento de Energías Renovables y de Infraestructuras Eléctricas, la potencia minihidráulica instalada en España deberá situarse entre 2.300 y 2.400 MW en el año 2010. Sin embargo, los expertos afirman que será difícil conseguirlo porque el ritmo de crecimiento es muy escaso. Los motivos: la burocracia administrativa y el rechazo social a pesar de que se adoptan medidas correctoras para minimizar el impacto ambiental y proteger la biodiversidad. Defensores y detractores Aunque existe una gran variedad de instalaciones, las mini centrales hidroeléctricas se pueden clasificar en dos grandes tipos: de regulación y fluyentes. Las de regulación pueden almacenar grandes cantidades de agua mediante un embalse, más propio de grandes centrales. Por ello, son más comunes las de tipo fluyente, donde no hay embalse y es la fuerza del caudal el que compensa el pequeño desnivel. El impacto ambiental sobre el lugar en el que se suelen emplazar, los cursos altos de los ríos, ha sido una de las razones por las que se han estancado. Así, por ejemplo, distintos informes elaborados por la Asociación para el Estudio y Mejora de los Salmónidos, con la colaboración de biólogos y técnicos de algunas Comunidades Autónomas, muestran el efecto barrera, que impide el paso de peces y la explotación de caudales como algunos de sus inconvenientes, y denuncian que la mayor parte de las escalas que salvan las presas no funcionan. Además de las críticas ecologistas, los largos procedimientos administrativos y los grandes esfuerzos necesarios para poner en marcha una pequeña central hidráulica frenan su expansión, y aunque sus promotores asumen estos problemas, reclaman que la Administración fomente este tipo de energía. Los defensores, por su parte, minimizan los inconvenientes y afirman que no se consume agua para producir electricidad, es segura para personas, animales o bienes, no genera calor ni emisiones contaminantes y su impacto es pequeño y en muchas ocasiones evitable. Además, no son necesarios sistemas de refrigeración o calderas, que consumen energía y, en muchos casos, contaminan; se generan puestos de trabajo en su construcción, mantenimiento y explotación y, aunque su construcción y puesta en marcha requiere inversiones importantes, estas se realizan en zonas montañosas económicamente deprimidas.

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