Diario de León
Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

Creado:

Actualizado:

SE CONMEMORA AHORA, más en privado que en público, el 75 aniversario de la II República que es algo así como cantar un blues hispánico y nostálgico, como creer en otra verdad, como no resignarse, como derramar una lágrima sobre otro vaso de vino por el país que pudo haber sido y no fue. Hay en la Historia momentos tan inciertos, tan fuera de lo normal, tan rupturistas, tan arriesgados, tan necesarios, tan emocionantes¿ La II República parecía en principio una crisis de identidad de España, aparentemente tan ordenada y monárquica, pero poco a poco se vio que no, que ese sistema político libre, igualitario y laico suponía un intento honesto por parte de los estadistas y los intelectuales del momento de suprimir paulatinamente las desigualdades y de sacar a este país de su atraso. En aquella España de charanga y pandereta, de curas y caciques, de grifos goteando sobre las palanganas una ventana abierta con nuevo aire y más luz. Sí, de vez en cuando conviene que saquemos de nuestra maleta todos los trajes que tenemos ahí y que no son nuestros. Y hemos de hacerlo no para devolverlos sino para enseñarlos con orgullo antes de apropiárnoslos para siempre. Así a esos republicanos señeros encabezados por Manuel Azaña debemos derechos sociales que ahora tenemos asumidos -y hasta dados por sentado- como la soberanía popular, y el voto femenino, y la enseñanza moderna y laica para hombres y mujeres, y la reforma agraria, y los estatutos de autonomía, y la igualdad de todos los españoles ante la ley. Pero también y sobre todo a la II República debemos el intento más ambicioso y decidido que ha habido aquí de superar el tradicional maniqueísmo continuista de este país, tratando de sustituirlo por la innovación y la modernidad. Hubo errores de cálculo, de inoportunidad, de demasiada voluntad acaso y hasta de precipitación, sí, pero con todo ése es en opinión de muchos el mejor momento de la Historia de España. Recordamos pues la II República no para volver atrás sino como un modo emocionado de mirar hacia delante. Lo hacemos intentando no olvidar nada de lo que somos, nada de lo que nos ha traído hasta aquí, nada de lo que nos puede llevar al futuro que hemos imaginado. Como es sabido la parte más anquilosada y caduca del ejército se levantó en armas para imponer su voluntad dando al traste con ese republicano impulso de modernidad, y hubo que regresar mediante una dictadura al siglo XIX. Pero recordarlo todo ahora no supone escarbar en viejas heridas sino tratar de no peder nuestra identidad porque, como escribió Eugenio de Nora «nada queremos que borre el tiempo en nuestros corazones». Sí, para no repetir errores, para no creernos quienes no somos y para que no volvamos atrás cada vez que creamos estar empezando de cero es importante la memoria histórica, y en ese ámbito se enmarca la conmemoración de la II República. Pero esa memoria no debe de ser una obsesión que impida avanzar pues, como escribió Paul Celan tras sobrevivir a la experiencia horrorosa de un campo de concentración, «tan nocivos resultan tanto el recuerdo como el olvido cuando son absolutos». Recordamos así la epopeya ideológica y social de la II República, a la que tanto debemos, como quienes son capaces de sonreírle al ciclo de la vida sin resentimiento. Lo hacemos con un poco de nostalgia, un mucho de agradecimiento, sin complejos y superada ya cualquier resaca de remordimientos porque, como dicen los poetas, caminar con flema de revisor por las calles peatonales del recuerdo es bueno para el alma y para el cuerpo.

tracking