Diario de León

LITURGIA DOMINICAL

La herencia y el envío

Publicado por
JOSÉ ROMÁN FLECHA ANDRÉS
León

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«AQUÍ vino y se fue. Vino¿, llenó nuestra caja de caudales con millones de siglos y de siglos, nos dejó unas herramientas¿ y se fue» Esos versos con los que León Felipe evoca la Ascensión de Jesús subrayan la responsabilidad que este misterio nos confía. Hay ausencias de personas amadas que nos entristecen y nos paralizan. Es como si nos faltara la vida, decimos. Y es verdad. No podemos vivir como si la amistad y el amor no hubieran cambiado nuestras vidas. Pero hay ausencias que son un nuevo modo de presencia. Algo de eso descubrimos en el momento de la partida de nuestros padres. Ahora pasamos nosotros a la primera línea. Nos toca llevar adelante lo mejor de su legado, lo mejor de su esperanza. La Ascensión del Señor nos invita a recobrar la conciencia de esa su nueva forma de presencia: Él está cerca de nosotros. Y la conciencia de esa nuestra responsabilidad: Nos ha encargado su herencia y su mensaje. De nosotros depende ahora su misión. Él está cerca En el evangelio de hoy (Mc 16,15-20) se dice que «el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha del Padre». Esas dos frases forman parte del credo cristiano. Las repetimos con frecuencia. Nos resultan tan conocidas que apenas nos paramos a pensarlas. - ¿Qué significa esa subida a los cielos? No puede entenderse como un simple traslado de abajo arriba. Según el Papa Benedicto XVI «no quiere decirnos que el Señor se ha ido a un lugar alejado de los hombres y del mundo. La Ascensión de Cristo no es un viaje en el espacio hacia los astros más remotos». - Y ¿qué significa que Jesús esté sentado a la derecha del Padre? Según el mismo Papa «significa que él pertenece completamente a Dios. Él, el Hijo eterno, ha conducido nuestro ser humano a la presencia de Dios, ha llevado consigo la carne y la sangre en una forma transfigurada». Cristo es para siempre el Enmanuel: el Dios-con-nosotros. Con una hermosa intuición, añade el Papa que «nosotros podemos alejarnos de él interiormente. Podemos vivir dándole la espalda. Pero él nos espera siempre, y está siempre cerca de nosotros». La ida y la misión El evangelio de hoy subraya la misión que el Señor nos ha confiado: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». ¿ «Id al mundo entero». Eso han hecho siempre los discípulos de Jesús. La Iglesia no ha nacido para vivir en perpetua contemplación de sí misma. Es peregrina por esencia y misión. Hoy habrá que descubrir que no sólo hay que ir lejos. Hay que ir a «mundos» que nos resultan desconocidos, aunque están a nuestro lado. No basta con esperar a que vengan los demás. Ni valen disculpas para no emprender esa «ida». ¿ «Proclamad el Evangelio a toda la creación». Evidentemente el cristiano no viaja para hacer turismo. La ida al mundo que se nos ha pedido no es una evasión. Es una misión. Hay que ir a mundos lejanos o cercanos, pero siempre para anunciar la buena noticia de que Dios nos ha ofrecido en Jesucristo su vida, su amor y su perdón. Y que, por tanto, se puede vivir de otra manera. - Señor Jesús, te agradecemos tu presencia entre nosotros. Sin ella no podremos continuar tu misión que es ya la nuestra. Aumenta tú nuestra fe y confirma nuestra palabra. Amén.

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