Diario de León

Gente de aquí | Herencia de fe

La sonrisa de los eternos novios

La vida y la obra de un matrimonio leonés, entre una veintena de testimonios seleccionados para proyectarse en el Encuentro Mundial de las Familias

Fernando Crespo y María de Miguel, durante su etapa de novios

Fernando Crespo y María de Miguel, durante su etapa de novios

León

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Fernando Crespo y María de Miguel compartieron toda su vida. Toda. Él asistió, con cinco años, al bautizo de ella; ella le enterró tres años antes de morir, aunque nunca dejó de sentir su compañía. Entre uno y otro momento, un camino inseparable por el que transcurrieron los juegos infantiles, el noviazgo, la paternidad,... Y la convicción de una fe que les llevó a participar en algunas señaladas iniciativas católicas de la ciudad, y en muchas otras anónimas de asistencia a necesitados. Sobrellevaron los buenos y los malos momentos con igual presencia de ánimo, nunca perdieron la sonrisa, y ese es el recuerdo que dejaron en quienes les conocieron. Así lo cuentan hoy sus hijos, cuando el ejemplo de este matrimonio leonés, desaparecido hace ya tres décadas, se ha convertido en uno de la veintena de testimonios seleccionados para ser proyectados durante los actos de la visita del Papa Benedicto XVI a Valencia con motivo del V Encuentro Mundial de las Familias. Un ejemplo que se consolidará próximamente con la edición de estampas de esta pareja que para muchos fue ejemplar. Fernando y María tuvieron ocho hijos, y nueve nietos. Dos de sus hijos han dedicado su vida a la Iglesia, uno dentro del Opus Dei, otro como jesuíta, primero como misionero en Honduras y El Salvador y actualmente como capellán del Hospital Río Hortega de Valladolid. Ellos dos dan testimonio de la vida de sus padres en el vídeo que se proyecta durante la visita del Papa, con una anécdota que consideran significativa de su filosofía vital. «Se hicieron novios en 1932, en una primera cita mi madre no acudió, nunca conseguimos saber por qué. Pero sí fue a la segunda, y a partir de ese momento, durante tres años de noviazgo y cuarenta de matrimonio, celebraron sin falta el aniversario de aquel compromiso». Describen su vida como una trayectoria de entrega el uno al otro, a sus hijos, a los demás. Fernando Crespo había sido pionero entre los escaladores leoneses en Picos de Europa, miembro del Club Montañés Peñalba, pionero también en el esquí. Pero los deportes no interesaban demasiado a María, así que abandonó estas aficiones. Industrial, propietario con sus hermanos de una fábrica de harinas en Palanquinos, Crespo sobrellevó la crisis de estos negocios con el mismo empeño con el que participó en iniciativas como la fundación de la Cope en León, el impulso al monumento a la Inmaculada, la presidencia de Acción Católica de la Diócesis de León, la contribución a las Carmelitas Descalzas,... En el convento de estas últimas están enterrados los dos. «Porque las monjas les querían mucho, a mi padre le llamaban su Caballero Santo, como aquel de Santa Teresa...», comenta su hijo Luis. Actividades que compaginaban con la atención a las familias más necesitadas de la ciudad, «con ayuda material, pero también con mucha compañía y apoyo». La fe en la Eucaristía sostuvo, según sus hijos, un proyecto de vida cuyos ecos llegan hasta hoy, y perdurarán en el futuro. Un testimonio más allá de la visita papal. 1397124194

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