Diario de León
Publicado por
CARLOS G. REIGOSA
León

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YO TAMBIÉN espero de nuestros políticos que tengan mejores ocurrencias que la de responsabilizar -e incluso culpabilizar- al sector más débil de los propietarios que ya son víctimas de los incendios forestales. Todos queremos prevenir y atajar las llamas futuras, y es justo pedir una mayor implicación de los vecinos, pero no lo es descargar sobre ellos la responsabilidad de que ocurran, aumentando así las consecuencias de su desgracia. En este sentido no es difícil entender y compartir el rechazo manifestado por sindicatos y comuneros. Conocen la realidad y saben de lo que hablan. El proyecto que plantea Galicia sobre la posibilidad de crear un sistema de tarifas para cobrar por los servicios de extinción de incendios no debe tener por objeto castigar a quien ya sufre la barbarie incendiaria. Basta con echar un vistazo a nuestra población rural y a la media de edad de muchos pueblos para descubrir que no tienen medios ni capacidad para limpiar el monte. Por otra parte, no sería lógico que la vocación de servicio social de nuestras instituciones se agotase en el nivel represivo. Cabe esperar mucho más de ellas y de sus gobernantes. Estuvo oportuno el secretario de Organización del Partido Socialista, José Blanco, al advertir que la futura ley de prevención y lucha contra incendios está pendiente de aportaciones y matizaciones. Cierto. Y por este camino se debe avanzar. Los modelos implantados en Andalucía y Extremadura pueden ser orientativos, pero nada más. Que nadie se llame a engaño: nuestra estructura poblacional es muy distinta, y la estructura de la propiedad del monte también. No hagamos malas copias cuando podemos desarrollar un proyecto original a nuestra medida, asumido por las partes y eficaz. Estoy convencido de que a todos nos guía la mejor intención en la lucha contra los incendios (excepto a los pirómanos, claro), pero no es de recibo que la respuesta de la comunidad ante el desastre se le endose sin más a los vecinos. Tenemos que librarnos de las llamas sin sacralizar la responsabilidad ajena ni dejar en el empeño libertades y derechos. Implicación vecinal, sí; culpabilización, no. Podemos vencer el fuego sin sacrificar a los más débiles. En esto consiste la política grande que queremos y merecemos.

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