Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Si vas a París, papá, cuidado con los apaches...

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VICTORIANO CRÉMER
León

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AHORA CONVENDRÍA prevenir al personal, cambiando la dirección del mensaje, pero no la cuestión. Porque de lo que se trata es precisamente de «apaches», no de Billete, sino de la Gran vía, de La Corredera, o de la Plaza Mayor de cualquiera de las poblaciones hispanoparlantes ubicadas en la vieja capital del más antiguo reino, León para los profanos. Porque allí, en tan idílico jardín de los placeres urbanos, se roba lo mismo que en Marbella o que en Barcelona. Y llegado que es el tiempo de los grandes desplazamientos estivales, cuando dejamos la vivienda encomendada a los ángeles custodios, se producen situaciones que causan temor, perjuicio y cabreo general. Por que a lo peor, cualquiera de estos miles de recién incorporados después de un accidentado viaje en patera o en mula misionera, puede ocurrírsela la idea de visitar nuestra vivienda vacía, o forzar la puesta de la tienda donde se vende la leche y el pan sin miga, y arrebatar para sus particulares colecciones, el rosario de la abuela, la pulsera de la boda o la braguita de la niña, de cuando salió en la comparsa de la Reino de las Fiestas del pueblo. Si esto ocurriera en el Palacio de Liria, por ejemplo, que es propiedad de la señora Duquesa de Alba, cuyas posesiones deben estar a buen recaudo, porque nadie siente la tentación de robárselas, no importaría demasiado, porque en España una Duquesa de las de antes o un contratista de obras públicas de los de ahora, tienen dineros de sobra. Pero si el ratero, el apache, el salteador entra a saco en la casa del pobre mediopensionista de la localidad, que es la condición social de la mayoría de los habitantes y después de forzar cerraduras «apañan» todo lo que se les ponga por delante, entonces el robo o como quiera llamarse a esta operación se convierte en una tragedia. Para evitarlo representantes de diversos organismos, viviendas y joyerías de la población se reúnen con el Delegado del Gobierno o con el de la Junta, que tanto monta, y con el comisario jefe de la jurisdicción, y advierten al personal de las medidas que deben observar si no quieren ser despojados como caminante en carretera por los siete niños de Écija o de Rumanía. Según estas medidas de prevención, el amenazado con la visita inoportuna del ratero debe evitar: Dejar la puerta de la casa abierta y con la llave puesta. Hacen las cuentas en la mesa del café a la visita del personal. Acudir al Banco a cobrar la pensión en el día apto para el robo. No llevar el bolso-alforja al hombre sino cruzado. No apagar las luces ni correr las persianas rogando a la vecina que se sirva regar los tiestos y recoger el correo durante sus vacaciones. Si después de estas medidas tan sagaces y positivas, le siguen entrando en casa por la noche, rumanos, colombianos o rusos, es que usted no tiene remedio y lo mejor es que se cambies usted de vivienda. Y no le recomienda depositar el dinero en el banco porque si roban los rumanos o los rusos, los banqueros tampoco son mancos.

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