Diario de León

De la tradición a la novedad

El grupo San Roque de Armunia mantiene costumbres navideñas como el Ramo y la iglesia luce un original nacimiento hecho por el ebanista salesiano Manuel Machado

León

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Ramos, pastoradas, Reyes Magos... La iglesia de San Roque de Armunia es escenario de tradiciones que fusionan cultura popular y fervor religioso. Y el grupo cultural San Roque es el mantenedor de estas costumbres navideñas que, durante años, protagonizaron mozas y mozos del pueblo. Para el Ramo, que se cantaba en la misa de doce del día de Navidad, se pedía «por el pueblo y por la carretera» en las vísperas del Adviento, para sacar unas perras y comprar las flores y las velas blancas rizadas que, según Estilita Arias, adornaron siempre la ofrenda. «Las velas no están de pie, sino colgando hacia abajo como las cintas», apostilla. Las mozas lucían ese día el mantón del Ramo, un pañuelo bordado al estilo de Manila, que las mujeres del grupo San Roque sacan para cada representación (este año, Astorga y una residencia). En la misa de Gallo, en Nochebuena obsequiaron a la feligresía con un auto sacramental -la Posada de Dios- que, pese a no ser del pueblo, tiene mucha aceptación y desarrolla el capítulo en el que la Virgen y su esposo buscan posada. La tradición navideña está viva también en el Nacimiento que cada año realiza para el templo el ebanista salesiano Manuel Machado. Machi, uno de los fundadores del centro Don Bosco en Armunia en los años 60, preparó tres pueblos piramidales con madera de ocumen, las pintó de colores y asentó sobre las virutas de su taller. Una pirámide, «grande, como la soberbia»; al otro lado, el portal ocupa una pirámide más pequeña, que simboliza la humildad. «Pensé en una tierra más humanizada, en la que reflexionemos cómo vamos por la vida, con derroche y sin fijarnos en los demás», explica Machado mientras lee alguna de las frases que coronan los vértices de las casas: «Cuando los ricos hacen la guerra, son los que pobres los que mueren», «la grandeza de un hombre es reconocer su propia pequeñez» o «¡qué grande es ser importantante, pero más importante es ser agradable». Zamorano de San Cebrián de Castro, Machi fue durante 18 años misionero en Senegal. Ahora regala su bondad en Armunia y, sin ser rey, es mago (de los de verdad) y miembro fundador de la Asociación de Ilusionistas de León.

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