Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Y usted ¿a quién votará?

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

Creado:

Actualizado:

LA PREGUNTA, aunque indiscreta, impropia y poco procedente, me interesa, porque en definitiva es la que, de una manera o de otra, todos nos estamos haciendo: ¿A quién conviene votar en estas elecciones, ya llamando a nuestras puertas? Las proposiciones son múltiples, casi nos atreveríamos a decir que tantas como electores o núcleos de electores. Candidatos de un color y de otro color y aun incoloro e insípido, hay y se proponen para ser objeto de deseo en una operación, como es la de las elecciones, que, entre otras cosas, sirven para acreditar nuestra condición política, cultural, religiosa y social. Dime a quién te dispones a otorgar tu voto y te diré quién eres, qué es lo que quieres, a qué aspiras personalmente, y si entre tus allegados hay alguno adscrito al momio municipal, regional, socialista, conservador o todo lo contrario. Si nos comprometiéramos a analizar el voto de cada grupo de nuestra sociedad, lo más probable es que se nos diera una proposición turbadora: Nadie sabe a ciencia cierta a quien elegir o el bailarín el trabajador, que diría Benavente, como signo de confusión. Cada ciudad, cada provincia, cada grupo social, religioso o militar tiene sus ideas y sus líderes, aunque posiblemente se de el caso de que pese a disponer del nombre y de la fisionomía política del candidato ideal, éste no resulte propicio y apto para el menester de gobernar una ciudad. Y menos un pueblo, una nación, un país. Analizado cuidadosamente el grupo de candidatos que en León concretamente, por no ir más lejos, se nos propone, se puede llegar a la conclusión abrumadora de que raro es el elector que sabe a ciencia cierta a quién otorgar su voto. Y no por tendencias diferentes a las que acreditan al candidato, sino porque lo alarmante es que pocos de los electores saben a ciencia cierta a quien votar, ni por qué se inclina por una tendencia o por otra. Sobre todo cuando el analista alcanza la conclusión desalentadora de que cada uno «va a lo suyo», que no suele ser lo del común de vecinos, sino lo que conviene a la íntima salud del cuerpo y de la cartilla del banco. Hubo un tiempo político en España, que la repulsión provocada por la deshonestidad política aconsejaba abstenerse. Y se produjo una campaña nacional para la abstención. Y perdieron los morenos y ganaron los blancos. Y toda la política de España cobró un color tormentoso, agrio, agresivo. Lo que nos inclina a aconsejar la asistencia a las urnas, convencidos de que peor que equivocarse votando, es equivocándose absteniéndose. Los candidatos son conocidos. Sus promesas, las de todos. El cumplimiento de ellas, nulo. Pero no es cosa de enmascararse, sino de arrancarse las caretas. «El gran fracaso de la política, de las religiones incluso, es que la gente se sigue matando».

tracking