Diario de León

El grito de las mujeres sin voz

La mozambiqueña Graça Machel, Premio Príncipe de Asturias de Cooperación, denuncia que «Europa trata mejor a sus vacas (2 dólares diarios de subvención) que a los pobres de África»

María Teresa Fernández de la Vega, junto a la mozambiqueña Graça Machel, esposa de Nelson Mandela

María Teresa Fernández de la Vega, junto a la mozambiqueña Graça Machel, esposa de Nelson Mandela

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Manu Mediavilla - madrid
León

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«¿Qué democracia es ésta en la que las mujeres sin voz no participan en la planificación de políticas que afectan a su vida y la de sus familias?», interpeló la mozambiqueña Graça Machel en la jornada final del Encuentro Internacional España-África Mujeres por un mundo mejor , que fue clausurado por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. La Premio Príncipe de Asturias de Cooperación 1998 se refería a la mayoritaria población femenina del mundo rural y del sector informal, que «son los dos rostros de la mujer africana» y para quienes reclamó «atención específica con objetivos concretos» que mejoren su existencia cotidiana. Machel, presidenta de la Fundación para el Desarrollo de la Comunidad, hizo gala de un doble espíritu crítico y autocrítico a la hora de exigir responsabilidades por silenciar y hacer invisible a más de la mitad de la población, reducida a «simples números en las estadísticas». Por una parte, denunció con firmeza el proteccionismo económico del mundo rico («si no se abre el comercio, no iremos a ninguna parte»), y citó como símbolo el pésimo ejemplo de Europa, donde «cada vaca recibe dos dólares al día de subvención, cuando nosotros estamos intentando conseguir un dólar diario de ayuda. Las vacas reciben mejor trato que las personas pobres», remachó. Dirigentes en deuda Pero, por otro lado, no evitó una mirada severa al espejo femenino de su continente. «La tragedia de la pobreza con rostro de mujer tiene que cambiar», dijo. Y remarcó que su sola «existencia no puede dejar tranquila la conciencia de las dirigentes africanas: ya está bien del espectáculo de madres con niños llenos de moscas en brazos y de contemplarlo como si fuera normal». Después de todo, continuó su argumentación, «las que hemos venido aquí somos privilegiadas. Ninguna tenemos que vivir con un dólar al día, y nuestras joyas demuestran nuestro estatus. Nunca he visto tantas mujeres con tanto poder como ahora, y este privilegio nos pone en deuda con millones de mujeres que no lo tienen», dijo.

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