Víendonos desde fuera

VIVIMOS una etapa en la que salimos mucho más favorecidos vistos desde fuera que desde dentro. Me lo dijo un historiador alemán hace unos días. España es uno de esos lugares que todos parecen mirar con buenos ojos y en el que muchos ciudadanos europeos han manifestado que desearían vivir o retirarse. Un país modélico en bastantes aspectos, según Nicolás Sarkozy, probable heredero de Jacques Chirac en la presidencia de Francia Una nación con una economía próspera en la que interesa estar, según han manifestado empresarios italianos, alemanes y franceses. Un lugar estable y seguro, en suma. Casi un paraíso terrenal. ¡Quién lo diría viendo un telediario o algún periódico! Porque aquí seguimos erre que erre con las mismas imágenes y declaraciones de todos los días: de Otegi y sus cuates y de la permanente gresca entre el PSOE y PP. Parece que es nuestra forma de decir que todo lo demás va bastante bien, como creen los optimistas. O que es nuestra forma de ocultar lo que va mal -como la balanza comercial exterior y el endeudamiento nacional-, como se malician los escépticos. Todo menos aclararnos nada. Mariano Rajoy pregunta si Batasuna va a poder presentarse a las próximas elecciones y el presidente Zapatero responde que es la decimosexta vez que le formula la pregunta. Rajoy pone cara de no entender a qué viene esa respuesta. Zapatero mantiene la expresión de no saber a qué viene la pregunta. Así seguimos, enterrando luz y taquígrafos, y sin atender a los ciudadanos que quieren saber de otros asuntos. Sé que no ocurrirá, pero saldríamos ganando mucho si todos los días abriesen los telediarios con la opinión sobre España de algún alto representante europeo de la política, las finanzas, los sindicatos o la tercera edad. Sus palabras nos oxigenarían. Porque, de seguir así, algún iluminado puede tomarse en serio lo del guerracivilismo u otras lindezas que ponen a prueba todos los días los límites de la libertad de expresión. Es hora de ver algo natural en lo que sucede y que se resume en la lucha por el poder. Pero no debemos quedarnos en ella si no queremos que nuestro juicio se nuble. España, felizmente, es muchas más cosas que ese ruido político. Escuchemos a los extranjeros.