Diario de León

Gente de allá | Testigo de excepción

En nombre de Irak

Hameed, iraquí de 29 años apresado por documentar la realidad del conflicto, anunciará hoy en León los datos de la resistencia: «Hay 38.000 soldados norteamericanos muertos, no 3.000»

Alegoría que representa a Sadam Husseim luchando contra las fuerzas norteamericanas

Alegoría que representa a Sadam Husseim luchando contra las fuerzas norteamericanas

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M. Romero - león
León

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Hameed, a secas. Se presenta a Europa como «testigo de la agresión» que está sufriendo Irak. En sus manos, datos de la resistencia que resultan escalofriantes. «Estados Unidos dice que 3.000 soldados norteamericanos han muerto en este conflicto, pero hasta finales del 2006 eran 38.000. La gente puede reírse de la noticia, pero esa cifra se confirmará en dos años. Ocurrirá lo mismo que en Vietnam. También hablaban de 3.000 bajas, pero con el tiempo se convirtieron en 58.000». Tiene 29 años y un bagaje intelectual impropio de alguien de su edad. La entrevista se desarrolla en alemán, con la ayuda de un traductor que también hoy servirá de intérprete durante la conferencia que pronunciará en el CCAN (20.30 horas) bajo la organización de Corriente Roja. Acaba de llegar de Asturias, donde era atendido por un especialista que le ha diagnosticado la pérdida total de audición en el oído izquierdo. Es la consecuencia de las torturas a las que fue sometido durante los nueve meses que duró su cautiverio a manos de los norteamericanos. La realidad de sus fotos Ocurrió entre febrero y octubre del 2006. «Estaba en el lugar y en el momento equivocados», confiesa. «Hacía fotografías en un sitio de Bagdad donde no estaba autorizado. Me documentaba sobre la realidad de los soldados norteamericanos muertos en Irak y también sobre los ataques de la resistencia iraquí contra ellos. En ese momento llegaron y tiré la cámara. Sólo por estar allí me llevaron prisionero. Si encuentran la cámara me hubieran matado directamente». Entre las imágenes que había en el carrete, la del piloto de un F-16 fallecido en Irak «y que aún hoy lo están buscando». «Cuando fui capturado, me esposaron las manos y los pies y me taparon los ojos. Fui tratado peor que un animal. Me torturaban, pero no con las manos, sino con las armas. Todos éramos torturados. Así fueron las tres primeras semanas». Le trasladaron a un habitáculo de aproximadamente un metro cuadrado. «No me podía poner de pie y oías constantemente las torturas de otros prisioneros», relata. Pero se enteraron de que hablaba inglés y se lo llevaron a un nuevo lugar. «Tenía que ser un lugar relacionado con la CIA porque había muchos oficiales y altos mandos». Empezó su interrogatorio. No le salió ni una palabra. Como respuesta, le ataron y le colocaron unos altavoces junto a los oídos. «Gritaban y gritaban», recuerda. Le reventaron un tímpano, una lesión ya irreversible. El último espacio de su cautiverio fue una sala con otros 42 presos. «De todos los sitios donde estuve éste fue el mejor. Allí me hicieron varias pruebas para saber si había restos de pólvora en mis manos». Pero no encontraron nada de eso. De Frankfurt a la barbarie Hameed es un privilegiado testimonio de la situación que padece Irak tras la invasión en el 2003 de las fuerzas aliadas (EE. UU., Inglaterra y España). «El día 20, cuando acabó el ultimátum yo estaba en Alemania. A las 3.35, hora europea, empezaron los bombardeos. Enseguida cogí un avión desde Frankfurt y en unas horas estaba dentro de aquella barbarie. Ni siquiera mi familia se había enterado de que estaba allí». Hameed se ha asesorado en Europa para denunciar esta sucesión de castigos, pero expertos en derechos humanos le han desaconsejado iniciar un proceso. Operación libertad Hoy por hoy es un testigo único de lo que está ocurriendo en Irak. Sufre por los suyos, que siguen en el país, pero aprovecha sus contactos europeos para difundir la voz de los que no pueden. Según él, pueden ser ya más de un millón los civiles iraquíes que han fallecido desde que el país fuese ocupado por las fuerzas militares alentadas por «el trío de las Azores». -¿Es el 11-M una consecuencia directa de aquella fotografía? -Ningún iraquí ha participado en un solo atentado en el mundo. Durante ese tiempo fue sólo un número. El de una pulsera y el de un expediente. No le permitieron tener nombre. Se sintió nadie. Y llamaron a aquello Operación Libertad Iraquí.

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