Diario de León

Creado:

Actualizado:

LOS REGALOS no llevan puntada sin hilo. Se inventaron para pillar favor y, más que nada, se compran para comprar. Algo no confesado (o demasiado confesado) late en ellos. En Navidad son hemorragia incontenible. La mitad no suelen servir para nada porque no nacen de necesidad alguna y la otra mitad son moda efímera que pasará, absurdo que queda o estorbo mayúsculo que no tiene mayor función o sentido y a los seis meses van al trastero... y al año, a la basura. El que más gana con los regalos es el que los vende. Hay roñosa baratura o gran despilfarro en ellos (sobre todo si se hacen con cargo a empresa u organismo), pero son cortesía social que, lejos de desacelerarse, coge unas velocidades de vértigo y vuelve tarumba a quien los persigue de escaparate en escaparate buscando una elección. Los buzones estos días se preñan de folletos y catálogos; el revisteo en general es ahora un interminable aturdimiento, una insistente teletienda con atorrante cascada de anuncios guapísimos en los que siempre asoman (falazmente retocadas) tías de despendole fashion, aromáticamente poéticas o confirmándonos lo que ya sospechábamos, que mean colonia. Pero ¿por qué regalamos cosas (y en navidades por decreto ley)?... Los regalos como confirmación de un cariño son los menos. Su objetivo -desde los albores de la humanidad y desde que el mar tiene orilla- es el de provocar un algo a cambio: damos para que nos den ( do ut des , recuerda Juan Marcos), para confirmar una buena relación, para defender un privilegio en el trato o, más común, para conquistar algún favor. El viejo principio universal que reside en nuestro refranero ya lo confirma: «El que regala bien vende, si el que recibe lo entiende». Hay mucha política y camelo en los regalos (¿por qué quitarles el precio, si el agraciado tardará diez minutos en averiguar lo que costó para que su réplica obligada no le cueste ni un céntimo más?). Deberían prohibirse por la materia espúrea que solapan y sólo deberían aceptarse los regalos que haga cada cual con sus propias manos y envueltos con el corazón hecho papel. Y los regalos a políticos, cargos y funcionarios deberían estar rigurosamente prohibidos y perseguidos por ley porque a nadie se le oculta que son un descarado y traficante prólogo del cohecho con lacitos o jamones.

tracking