Diario de León

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JUGANDO entre críos, se penalizaba el mamporro o las lesiones fortuítas que pudieran parecer intencionadas y se protestaba con queja y furia diciendo «ha sido adrede» o, más frecuentemente, «ha sido aposta»... y que se pusiera el actuante en prevención o en lo peor porque procedía represalia... y ahora adrede de verdad. Mario Benedetti -ochenta y ocho tacos uruguayos fecundos y brillantes- ha publicado un librito excepcional que ha titulado precisamente «Vivir adrede», porque «todo es adrede y por eso construyen ideologías-basura donde intentan moler las virutas de la vida (a ellas nos abrazamos y encomendamos, con ellas nutrimos nuestra endeble conciencia y alimentamos sueños y ensoñaciones), las virutas de la vida. La nuestra. Pero, ah, no podrán. También nosotros creamos nuestro adrede. Aposta lo gastamos. Y adrede ya sabemos cómo sobrevivir». Benedetti tiene don de la palabra porque ganó vida de taquígrafo, vendedor, cajero, contable, funcionario público y periodista... todo ello, gran universidad de la vida en clave y en cifras, cosa que alimenta su visión escudriñadora cuando se pone novelista, poeta, dramaturgo o ensayista. Anda traducido en treinta idiomas y el premio Cervantes le huye o se lo espantan, pero el premio del lector se lo gana a pulso en cada librería donde acude en busca del bálsamo narrador y de esa letra pomada que sale de su pluma. A sus pensamientos cortos, apotegmas, greguerías y tal lo llama él «cachivaches»: Hay papeles en blanco que se enamoran de una lapicera... En el silencio caben todos los ruidos... Mi economía es lo contrario de tu econotuya... En los perdones siempre hay una pizca de hipocresía... No hay papel secante para los cagatintas... No sé por qué, pero las azafatas tienen cara de avión... Quienes venimos a este mundo somos irremediablemente suicidas, pero no todos de la misma calaña -dice al comienzo de un artículo-. En mi alma hay un pozo y en mi sangre un náufrago... En su Uruguay mordió la dictadura y por eso pasa buena parte del año en Madrid. Curiosea en la vida llana- Pasa del fasto para buscar la respuesta en lo nefasto del desvarío humano... porque «La alarma se ha convertido en un estilo de vida; y a veces en una antesala de la muerte».

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