Diario de León

CORNADA DE LOBO

... y más sueños

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RESUEÑA lo que soñabas cuando eras inocente. Sabrás cuándo te traicionaste y por cuánto te has vendido. En inventario de sueños ando estos días. Aquí va una última carga de lo que soñé sin soñarlo porque eran certezas, porque soñar es lo único gratis que te dejan hacer en esta vida y porque cabe la maldita posibilidad de que algunos se cumplan, los dañinos sobre todo... Hay que soñar. El que sueña... profetiza. Porque a los veinte hay que prometérselo todo y no ponerle puertas al deseo... ni a la curiosidad. Soñaba con la abolición de fronteras empezando entre tu pueblo y el mío, con las lágrimas del que se arrepiente, con la máquina que soñaba Wilhem Reich para capturar la energía del gozo eléctrico de un orgasmo, con colarme una tarde en un confesionario y poner la oreja, con Paloma Lorena y Nuria Espert en la cafetería del Condeluna tras su «Yerma» en el Emperador, con una licencia para pescar truchas a mano sólo en pozos de río y buceando, con conocer a alguien con la sonrisa inocente de una carmelita culta, con tener un jilguero y una armónica de doble cambio, con burlar a la censura con ingenio y risa chula, con las manos más de mujer que vi jamás en «La Gamba» travelona que actuaba en el Siroco, con la rebelión de las masas, con el derecho antes que la ley y con el amor antes que la fe, con las patatas guisadas de Amada la de Barrios, con la verdad por delante y la mentira en el paredón, con Cecilia en el Novelty dictándome el «Blowing in the wind» poco tiempo antes de matarse con su escarabajo cerca de Benavente, con la cultura muerta de mi gente avergonzada, con Delibes cazando en los Ancares o pateándome la Cabrera con Ramón Carnicer y su mochilla llana y doctoral, con el «salud, anarquía y una tía cada día», con un abril portugués y un mayo de corridas y carreras en la Complu, con fisgar donde no se debe, con la fraternidad de las catacumbas romanas y de los hippies con flores en el pelo... soñaba con entrevistar a Franco y eso me pareció cuando lo hice al obispo Almarcha en sus postrimerías, con frutales en las carreteras, con las razones del pobre antes de que sueñe con ser rico, con la calma de Gandhi y la impaciencia del Che, con el «no soy de aquí ni soy de allá» de Facundo Cabral... soñé con verlo todo... y poder contarlo.

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