Arsénico y marcha atrás

LA MARAGATERÍA y la Cepeda que son regiones a las cuales yo amo desde casi niño, está de arsénico (que es un veneno como la historia de los Borgia), hasta los bordes. De modo tan alarmante que las gentes de Nistal por ejemplo, se libran muy mucho de beber agua, porque ésta aparece rebosante de arsénico, que, repetimos, es un veneno como para ser usado en una merienda borgiana. Según el Diccionario de la Lengua Española, el tal arsénico «es un metaloide agrio y volátil a un calor de 3.000 grados sin fundirse y los ácidos producidos por combinación del oxígeno con este metaloide son veneno violento». Coña lo que me ha costado¿ Registro la noticia con estupor porque sin saber exactamente por qué movimientos de la sangre, me siento como si el veneno me hubiera llegado a los oscuros adentros y no sé la manera de alivia tan enorme desgracia. Porque no es bueno que el hombre se sienta incómodo porque sobre él ha podido caer un viento negro o unas olas de muerte, pero que sin comerlo ni beberlo desde hace ya algún tiempo, una región entera se sienta envenenada con un producto sucio y oscuro, apto, según me aseguran, para el crimen borgiano, es sin duda para sentirse acosado y por supuesto alterado de tal manera que no le sea posible explicarse cuales pueden ser los motivos por los cuales, las autoridades sanitarias, los organismos del mando y hasta los santos de piedra no se sienten como yo asombrados y sin capacidad para explicar estos abandonos, esta continuada situación de homicidio, que condena a varios pueblos de la región predilecta de la Maragatería y la Cepeda como centros neurálgicos donde el veneno se extiende con licencia para matar. Es curioso por increíble, que la provincia leonesa a la que están dedicados tantísimos hombres y mujeres, hasta el extremo de cuidar que todos los años se proporcionen productos que ayuden a combatir la acción de roedores para garantizar la seguridad de los productos del campo, no disponga de un dispositivo especial para evitar que las aguas puedan llegar al hombre -y a la mujer, claro- los venenos disueltos en el agua convertida por ello en una pócima medieval, en manos de oscuros conjurados para el crimen. Porque lo que de verdad se está cometiendo con estos poblados leoneses y sus gentes es un auténtico y real crimen que debiera ser sometido a todos los rigores de la ley. Vecinos de Castrillo de las Piedras denuncian que hay vecinos que han bebido aguas contaminadas. Y no se conoce que las autoridades hayan tomado cartas legales en el asunto y sometan a los responsables de esta atrocidad al justo peso de la ley. El arsénico es un veneno que mata. Los posibles muertos son gente buena de regiones entrañables de León. Menos mal que según la información que nos proporcionan determinadas autoridades más o menos comprometidas, ya tenemos programa de fiestas. ¡Y viva Pérez de Guzmán!... Ya como diría el señor de la Mancha, cuando ya tenemos el alma en los dientes¿