Diario de León

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DOS equipos científicos de Berkeley, picudos y temibles, dieron la campanada alcanzando la mayor panacea humana tras la piedra filosofal, hacer invisible un objeto. Han fabricado un metamaterial que no refleja luz. Cágate. Y tiembla; el Pentágono financia el avance y será militar su aplicación. ¿Quién tenía duda de que este uso bastardo sería lo primero? También internet se diseñó para uso exclusivo del ejército norteamericano (no olvides que la Red, la net, la inventaron las astutas arañas para vivir chupando sin dar golpe ni moverse del sitio). Da algún pánico que una peña de generales sea la que juegue con este invento de la invisibilidad, facultad hasta ahora reservada sólo a los dioses, los ángeles y los demonios... pánico. Todos soñamos alguna vez con ser invisibles, aunque nos valdría con un colarnos en intimidades, en murmuraciones de familia o vecinos, en la tertulia de barra que abandonamos, fisgar a los jefes, husmear lo escondido o lo terrible. Pero van a usar esto militarmente, para la guerra. Cagüenrós, qué decepción, dice aquí el señor Basilio. Esta mentalidad guerrera anuncia ya nuevos desastres y refinadas calamidades. Y como todo lo que se usa en las guerras acaban finalmente teniéndolo también los terroristas, aquí es donde empezamos a rilarnos, a acordarnos de sus madres y a maldecir este invento, cosa del diablo. Que jueguen, pues, con fuego y a ver dónde paramos. Y que no se pongan tantas medallas estos científicos. Lo invisible lleva descubierto una eternidad. Ejemplos: en la aberrante guerra que se traen rusos y georgianos la verdad es absolutamente invisible; ¿y cuántas pequeñas guerras nos son invisibles porque allí no llegan las teles?; ¿cuántos derechos de mujer se hacen invisibles?; ¿no es invisible el noventa y cinco por ciento de la corrupción?... Habrán descubierto los americanos cómo hacer invisibles los objetos, pero aquí hace mucho descubrimos cómo hacer invisibles a personas. ¿Quién no conoce a dos o tres funcionarios o políticos que figuran, cobran y logran ser invisibles a ratos, a días o a temporadas (sabemos de uno que lleva tres años años invisible y no está de baja). Pero que se jodan los yankis. No le vamos a dar o vender esta genial fórmula, el sueño inalcanzable de sus laboratorios. Jamás. Es... patrimonio nacional.

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