Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

De la desmemoria histórica

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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ALGO VERDADERAMENTE HORROROSO está sucediendo. Para evitar sus efectos, cojo la manta y la hamaca y me voy de vacaciones, porque en ocasiones cuando la historia adquiere un color de sangre negra, lo mejor, lo más piadoso es desaparecer. Y esto es a lo que me dispongo. Detrás de mí queda la historia de los aficionados a la contemplación de tiempos negros. Y es que resulta que cuando me aprietan con mayor encono los recuerdos más se imponen éstos, con sus rasgos peculiares, con su tono de trombo y con sus angustias de muerte sempiterna. En España, en este pueblo nuestro, siempre tan ahincado en la médula del ser, está ocurriendo algo verdaderamente digno de ser sepultado en el olvido. ¿Por qué, señor de los señores, nos empeñamos en resucitar en la sangre putrefacta hechos que mueven clarines de muerte? Algo así como si de pronto se levantara en nuestros sueños los fantasmas de la mala historia del ser humano, se ponen en pie aquellos que fueron muertos sin sepultura y quedaron al rigor de los malos vientos: mujeres que abortan hijos de desamor; muchachas enamoradas que deciden al final desprenderse del hijo de la culpa y lo arrojan a un caldero oxidado; tremendas madres que arrojan a los hijos por la ventana y les estrellan así contra las baldosas de la total indiferencia; parejas enamoradas que de pronto se dan cuenta de que el amor es una argumentación que los seres humanos se empeñan en inventar para seguir desviviendo un amor roto por los vientos; padres que ignoran a los hijos propios y les encomiendan al sucio homicida¿ De la intrahistoria se me desprende aquel muchacho del trabajo, al cual le correspondió sufrir los efectos de la guerra incivil de los unos contra los otros. Cuando la guardia civil caminera le llevaba atado codo con codo, con destino desconocido, le arrastraron hasta el portón historiado de la Excelentísima Diputación Provincial, convertida en prisión especial. Al pie de las piedras y de los hierros históricos, la madre y los hermanos del inocente preso, clamaron al cielo. Pero el cielo no les oyó. Nunca al parecer el cielo escucha a los pobres. Y allí en aquel desierto se hundió el recuerdo del infeliz. Y ya nadie, ni los propios ni los extraños, ni los blancos ni los negros pudieron dar cuenta del paradero de aquella víctima de la historia mal contada y peor entendida. Se llamaba Francisco y era albañil o carpintero o herrero. ¡Qué importa cómo se llamara! La verdad histórica del caso fue que desapareció, que murió envuelto en la nada miserable. Y que su madre y sus hermanos también murieron sangrando recuerdos. ¿Me hablais de la memoria histórica? Ésta si que es historia criminalmente desmemoriada. Es lo de la anciana inglesa: "Si es verdad que descendemos del mono, es mejor que no se entere nadie". Y oír si acaso, ¡Viva Pérez de Guzmán y su infrahistoria!

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