Diario de León

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VUELAN en California las cámaras sobre un incendio apocalíptico que está convirtiendo miles de hectáreas de monte y urbanizaciones en ceniceros. La tragedia a vista de pájaro es bestial como la vomitona de un volcán. Lujosas casas son ahora mueca negra y humeante. El infierno salió de gira y aniquiló bosques, arbolones, jardines, tiestos, coches, edificios... Se dice que no hay mayor desolación que volver a casa y verla robada por el fuego. Viendo estas imágenes en la tele me acordé de Pompeya, la boyante ciudad romana que abrasó y sepultó la ceniza del Vesubio; quizá porque el locutor no dejaba de insistir en los ricos y famosos que tenían allí su segunda (o sexta) residencia, suntuosas mansiones que ahora son brasero apagado, lujo hecho fosfatina. Una casa incendiada invita a huir de ella y no restaurar el lugar, que tardará cincuenta o cien años en devolver sus perfiles al dibujo, el arbolado, la vieja amenidad del paisaje en aquellos montes y aquel privilegio natural que ponía el precio de las casas por las nubes. De niño, algunos curas nos explicaban lo de Pompeya como un castigo de los cielos a la vida depravada y lujuriosa de aquellos patricios romanos, tan paganos ellos con su regodeo en triclinios y catres. ¿Qué cielos estarán castigando las urbanizaciones montesas de los ricachos de California?... Pues debe ser un cielo cómplice, porque a los nuevos paganos no les ocurre lo que a los pompeyanos, que les sorprendió en el sitio la vulcanada y allí quedó cada cual en su postura, fosilizados para la posteridad. Hoy el cielo preavisa o evacua y después indemniza. Sodoma seguirá existiendo, pero quizá el Cielo se haya civilizado. En la misma tele salieron después imágenes de Laciana, el Feixolín, la corta bestial que le arreó la minería de antracita a la montaña de un valle que fue guapo y es hoy el mordisco gigante de un diablo voraz, un calambrazo atómico en los ojos, una perfecta Gomorra de maquinonas y voladuras. Espanta al visión. Se comprometió una restauración natural del sitio y lo que ha hecho parece una broma. ¿Cómo devolverán la carne de montaña que se llevaron a dentelladas?... Igual que en California, este valle tiene algo de volcán y un cielo que le protege, aunque parece un pedo sulfúrico más matahierba que el caballo de Atila.

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